Por Nurit Martínez
Hace unos días pregunté a una pareja con qué frecuencia salían al parque con sus hijas de 5 y 3 años; me dijeron que no lo hacen. De igual manera, pregunté a otra pareja que tiene un niño de seis años y de inmediato lo descartaron bajo el argumento de que ahora los parques son más un espacio para mascotas: perros.
La colonia en la que solía jugar con los primos en la calle ahora está desierta de chiquillos detrás de una pelota, de las canicas, una cuerda, el trompo, el balero, el yoyo y el aro. Las risas y carcajadas fueron sustituidas por filas enormes de vehículos y un panal de motocicletas que no dejan de transitar. Ningún niño o niña a la vista, no hay más bicicletas, patinetas, patines rodando, ni trazos de gis en el suelo.
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