No puedo escribir

No puedo escribir, le dije a Sandra Romandia y ella guardó un respetuoso silencio que me obligó a pensar por qué

No puedo escribir

No puedo escribir, le dije a Sandra Romandía y ella guardó un respetuoso silencio que me obligó a pensar por qué.

Porque escribir duele. Porque sé que cientos de miles de familias han quedado mutiladas por el covid, porque sé que cientos de miles de familias han sido cruelmente desintegradas por la violencia. Ahora siento que mi corazón late muy rápido, porque los niños enfermos de cáncer ansían tener sus tratamientos como miles de pacientes oncológicos, psiquiátricos, diabéticos y tantos más.

Me tiemblan las manos y pienso en este 2021 en el que tenemos que agradecer el estar vivos, en este cruel 2021 que nos desgarró las entrañas y nos hizo muchas veces perder la ilusión, la razón, la esperanza.

Y mientras escribo cientos de migrantes son trasladados como mercancía millonaria apilados en tráileres que la autoridad no ve, o no quiere ver hasta que la tragedia humana es innegable y se vuelca sobre una carretera cubriéndola de cadáveres, de sangre y de horror.

No, yo no quiero escribir porque siento tanta culpa al estar agradecida por mi familia, mis amigos, mis compañeros, mi trabajo, ¡por la vida! Que ese agradecimiento individual me carcome el alma.

Pero todos hemos pagado las consecuencias, en un año, que se acaba y que hemos andado unidos por el sufrimiento. Porque este año nos cortaron la respiración, la libertad, los abrazos, los amores pero nos quedamos con los recuerdos y también con el coraje y la impotencia de pensar que pudimos hacer más, que los gobiernos pudieron hacer más pero se tomaron tantas decisiones equivocadas que hoy estamos aquí, con sillas vacías, con el espíritu roto con el alma apretada de tanto llanto.

Que el 2022 sea el año en que los responsables paguen por sus negligencias y errores, que sea el año que lleguen los desaparecidos a casa, que los enfermos tengan sus medicinas, que los migrantes tengan patria, que los pobres dejen de sufrir todas las consecuencias de un mundo hecho para los poderosos, que está maldita tragedia termine ya.

México y los mexicanos son  tesoro, esperanza, fortaleza. Desde aquí un abrazo y mis deseos porque la felicidad debe ser, también, derecho de todos. Que vengan mejores días.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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