El nuevo rostro de la precariedad nacional
No sé si me duele o me admira más México.
“¿Y usted había visto algo así?”, preguntó Ismael con genuina curiosidad y un dejo de resignada impotencia, mientras grabábamos –dos camarógrafos de TV Azteca y la que escribe– el fogón sobre el que él y su esposa calentaban atole antes de tomar ruta rumbo al trabajo en Ciudad de México.
Eran las 4:30 de la madrugada en un frío de esos que perforan hueso…