Las madres buscadoras

“Antes de ser madre buscadora me dedicaba a ser feliz”, me dice Cecilia Patricia , líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora.

Las madres buscadoras
Graciela Acevedo
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Al leer “campos de exterminio” uno suele pensar en las terribles imágenes de la Segunda Guerra Mundial y los sitios donde eran asesinadas cruel y brutalmente personas (principalmente) judías por los nazis. Son hechos que marcaron la historia del siglo pasado, pero que hasta nuestros días nos recuerdan los actos más ruines realizados por seres humanos.

Me parece increíble que estas tres palabras sean utilizadas para definir escenas en México y que esto forme parte de la narrativa de noticieros en pleno 2022. Y es que desde hace algunos años se han localizado (oficialmente) alrededor de 10 campos o sitios de exterminio donde la gran cantidad de restos humanos encontrados no se cuentan por unidad, sino por kilos.

Se trata de espacios confinados de difícil acceso en medio de la nada, principalmente en el norte del país, que han servido para realizar asesinatos masivos donde, además, se utilizan métodos que hacen casi imposible el reconocimiento de los restos humanos encontrados.

Hijos, hermanos, padres que llevan meses o años desaparecidos y que están siendo buscados por sus familias. La esperanza de encontrarlos en uno de estos campos o (más bien) la fe de no tener que reconocerlos en alguno de los restos es lo que les da fortaleza para continuar con su lucha.

“Antes de ser una madre buscadora me dedicaba a ser feliz”, es lo primero que me dice Cecilia Patricia Flores Armenta, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora.

Hace siete años, Alejandro, uno de sus tres hijos, desapareció. Desde entonces Ceci ha movido cielo, mar y tierra para dar con su paradero. Tres años después de la desaparición de Alejandro, Marco Antonio (el segundo de sus hijos) también desapareció.

“Ya me la sabía y a las pocas horas de no tener noticias de mi segundo hijo me senté en el monte con una pala y una cubeta y esperé a que amaneciera para empezar a escarbar.”

El dolor y la desesperación de vivir nuevamente la ausencia de un hijo la llevó a buscar cualquier forma de llamar la atención de quien pudiese ayudarla. Comenzó a transmitir desde sus redes sociales lo que estaba viviendo, pensaba que si la gente que la escuchaba era capaz de entender su dolor podría compadecerla y darle alguna información sobre el lugar donde podría encontrar a sus hijos.

No lo ha conseguido.

Lo que sí ha logrado es crear una red con otras madres que buscan a sus hijos. Se ha convertido en experta investigadora, ha conseguido que a través de mensajes o llamadas anónimas le den pistas sobre algunos de estos campos de exterminio y con eso permitir que otras personas localicen a sus seres queridos.

No cuenta con el apoyo de las autoridades y continuamente recibe amenazas de todo tipo, pero nada de eso importa, porque su vida está dedicada a encontrar a sus hijos y a ayudar a otras madres a que encuentren a los suyos.

Imaginen por un momento que la motivación de una madre radica en encontrar los restos de sus hijos en un campo de exterminio… ¡En un campo de exterminio!

Que cuando no lo hacen queda la esperanza de que aún se encuentren vivos.

De vivirlo cada que encuentran un nuevo sitio.

No hay día en el que Ceci no piense en Alejandro y Marco Antonio. No hay noche en la que no hable con la foto de ellos que tiene a un lado de su cama, la que ve en las madrugadas cuando despierta angustiada por no encontrarlos.

No hay hora en la que no pida tener un lugar donde descansen sus hijos, un lugar en el que pueda visitarlos cuando quiera estar cerquita de ellos.

De cierta forma todos le tenemos miedo a la muerte, miedo a la forma en la que vamos a dejar de existir, pero me parece que el miedo más grande es el de perder a las personas que más queremos, a los que debieran despedirnos de la vida.

Hoy, a esas madres buscadoras ese miedo se les ha transformado en una terrible realidad.

@gracevedoq

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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