¿Qué nos arrebató el desplome del Metro?

Hay cuartos vacíos de familias sin un ser querido, hay personas cuyos cuerpos no son los mismos por las lesiones, hay miles de habitantes para quienes moverse por la ciudad no es igual.

¿Qué nos arrebató el desplome del Metro?
Frida Mendoza

El 3 de mayo de 2021 era lunes y era mi día de descanso como editora de la sección Metrópoli en el portal La Silla Rota. Había sido un día tranquilo en el que como cualquier otro lunes resolvía pendientes y, como miles de capitalinos, a las 10:22 pm era hora de descansar, en mi caso de ver una película. Pero se me ocurrió ver mi celular y, como era natural, había muchos mensajes del trabajo, sin embargo, el aviso de un reportero me llamó la atención: “Se acaba de descarrilar el Metro en la Línea 12”.

Bloqueé el celular. Una vez más el Metro de la Ciudad de México daba de que hablar y ocurría en medio del descanso de la mayoría. Volví a echar un ojo al aparato y ya había fotos. Qué susto, una tragedia nos sacudía de nuevo y aún no la podíamos dimensionar.

Como todo suceso importante hay que llamarlo por su nombre, aunque fuera inimaginable: el Metro se había desplomado y, a todas luces, no era un simple accidente. ¿Qué cadena de omisiones, corrupción, ineficiencia y descuidos habría provocado la tragedia?, me pregunté.

Ese 3 de mayo me uní a la cobertura pensando principalmente en mi equipo, mi querido Metrópoli; estaba a punto llegar una jornada más de desgaste emocional y laboral. Comenzó un turno en el que había que rastrear información al minuto, tener notas que aportaran algo adicional, así como evitar las fake news, que en ambientes donde un redactor –en su mayoría, precarizado– tiene tres notas por trabajar al mismo tiempo pueden ocurrir.

Antes de que supiéramos que en aquel fatídico día 26 personas murieron y decenas más resultaron heridas, la solidaridad de los vecinos de colonias aledañas se hizo presente y Tláhuac por unos días se convirtió en el epicentro de la tragedia, del miedo, del enfado y la desconfianza de la ciudadanía. ¿Cómo había ocurrido algo de esta dimensión en el medio de transporte más utilizado por décadas?

Esta pregunta comenzó a intentar resolverse con una avalancha de información. Desde 2017 los vecinos de Tláhuac documentaban las fallas en las trabes de concreto sobre las que pasaba la Línea Dorada: el Metro evidenciaba falta de mantenimiento por aquí y por allá, y Florencia Serranía, la directora de nuestra limusina naranja, “solo era la directora”.

Esta nueva herida en la memoria chilanga se abrió a cada minuto que pasaba conforme conocíamos las historias de las personas que viajaban en los andenes que colapsaron: la joven que viajaba con su hermana, el señor albañil que había salido a festejar su día, el pequeño que llevaba un regalo para su mamá… 26 vidas y familias también colapsadas por la tragedia.

La orfandad no quedó solo para las familias. También estuvo presente para Tláhuac, nombrada por el suceso, pero usualmente olvidada en un ambiente de centralización en el que no solo las tragedias de la Ciudad de México se vuelven nacionales, sino que las alcaldías periféricas no cuentan con las opciones de transporte público como las de zonas céntricas como Cuauhtémoc, Benito Juárez o Miguel Hidalgo; para la gente de Tláhuac trasladarse es un suplicio.

La otra orfandad fue la política, pues aunque Claudia Sheinbaum estuvo presente en la zona cero desde las primeras horas el presidente Andrés Manuel López Obrador no acudió al lugar del desastre para evitar, en sus palabras, mensajes hipócritas del conservadurismo. Y si bien nadie busca mensajes hipócritas y sí justicia, a un año de lo ocurrido ningún responsable ha sido nombrado.

Florencia Serranía, la directora al momento del desplome, únicamente apareció en público el 4 de mayo, un día después de la tragedia y a partir de entonces pasaron 54 días para que fuera removida de su cargo.

Claudia Sheinbaum, como titular del Gobierno capitalino, ha mantenido firme su postura de reparar el daño a los familiares de las víctimas y llegar hasta las últimas consecuencias con quienes resulten responsables.

Marcelo Ebrard, quien fue el jefe de Gobierno que construyó la Línea 12, ha señalado en diversas ocasiones que su conciencia está tranquila tras la tragedia puesto que “hizo lo que tenía que hacer”. Sin embargo, 10 exfuncionarios de su gestión permanecen bajo investigación, ¿y él?

Grupo Carso, del multimillonario Carlos Slim, firmó un acuerdo reparatorio confidencial con la mayoría de las víctimas, pero no se reconoció como responsable de la tragedia. A la par de esto, sigue siendo una de las constructoras consentidas para megaproyectos federales, como el Tren Maya.

Un año ha pasado de la tragedia que interrumpió catastróficamente el descanso de muchos y cuya versión oficial hasta ahora recae en fallas derivadas de las soldaduras deficientes que vencieron la trabe y la falta de pernos funcionales.

Entre los cabos sueltos me pregunto: ¿algún día dejaremos de ver que “fallas” así cobren tantas vidas?  ¿Por qué la tragedia se vuelve un botín político, no sólo para la oposición, sino para los mismos morenistas que buscan que su “gallo” perfile en 2024? Porque a casi dos años de que sean las elecciones presidenciales la discusión está en si la responsabilidad fue de la construcción o la falta de mantenimiento, y no en ambas.

¿Algún día acabará esta centralización en la que nuevamente volteamos a ver a Tláhuac para recordar una tragedia y no para pensar en más obras que mejoren la calidad de vida de tantas y tantos trabajadores de la Ciudad y el Estado de México que transitan por Avenida Tláhuac?

Y en esta última pregunta dejo la reflexión: 365 días después de que no solo cambiaron las vidas de 26 familias, sino de los miles que transitan por Tláhuac, de aquellos cuyos tiempos de traslado habían mejorado con el Metro y sin él nuevamente se triplicaron los minutos para llegar a casa, hay cuartos vacíos de familias sin un ser querido, hay personas cuyos cuerpos no son los mismos por las lesiones, hay miles de habitantes para quienes moverse por la ciudad no es igual, habemos millones con miedo de un posible próximo desplome. La tragedia nos movió a todas y todos.

@toxiicpriinces1

*Frida Mendoza es editora y reportera independiente. Ha colaborado en varios sitios online y fue coordinadora de la sección de Ciudad en el portal La Silla Rota


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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