Ya no puedo jugar a ser adulta

Nací y crecí en una comunidad rural, rodeada de montañas, aves y hermosos paisajes.

Ya no puedo jugar a ser adulta
Leticia GM

¿Quién no recuerda lo maravilloso que era jugar en la habitación de mamá, probarnos sus zapatos, rodearnos de joyas y actuar a que sabíamos cómo manejar la vida adulta?.  Las fechas cercanas al día del niño, sin duda están plagadas de publicidad y de pronto prestamos más atención a dulces, juguetes y sorpresas infantiles…llevándonos a la hermosa nostalgia que nos traen aquellos recuerdos.

Nací y crecí en una comunidad rural, rodeada de montañas, aves y hermosos paisajes, y al igual que muchas de estos lugares, me tocó salir de casa a los 15 años, no entendía la magnitud de aquel acontecimiento, solo sabía que me encantaba la idea, comencé a ser foránea a partir de ahí, no sabía que se requería tanta astucia para vivir lejos de casa, de tus costumbres, de tus montañas. Fue una etapa algo extraña, era demasiado grandecita como para no tener problemas, pero muy joven para que fueran problemas serios en el mundo de los adultos experimentados. ¿Qué si la disfruté? –¡Claro que sí! Pero también sentí más de una vez el peso de las decisiones trascendentales sobre mis hombros. Logré solventar los gastos gracias al apoyo económico del Fondo Guadalupe Musalem A.C. Fundación que apoya a mujeres jóvenes del estado de Oaxaca para que logren acceder a la educación en el nivel medio superior. Pero sé que muchas niñas talentosas, allá sembrando maíz en las sierras no han tenido las mismas herramientas y oportunidades.

En muchas comunidades es difícil acceder a centros educativos, desde el nivel básico, hasta el superior, y la idea no es martirizarnos, pero sí reconocer el esfuerzo de aquellas que día tras día, desde sus contextos se atreven a desafiar sus entornos. También es evidente lo mucho que falta por hacer para asegurar la inclusión de niñas en la educación. Desgraciadamente es un camino largo, un camino que posiblemente tardemos muchos años en recorrer. Por tanto, hoy se reconoce el valor de niñas que han tenido las agallas de empezar una vida lejos de casa, en dónde se vuelve necesario adaptar aquellos juegos infantiles y enfrentar el mundo, sus adversidades y alegrías. Celebremos por muchas que ya no pueden jugar a la vida adulta, puesto que sus circunstancias han acelerado el proceso de tomar decisiones un poco más serias. Al igual que todas en algún punto de nuestra vida, avanzamos a nuestro ritmo, desde nuestro espacio y crecemos.


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