El capo que no pudo decir “no”

En mi trabajo con capos de la droga no sólo me he encontrado con aquellos que nacieron en un ambiente criminógeno…

El capo que no pudo decir “no”

Por Mónica Ramírez Cano

Las razones para cometer actos de violencia son diversas y multifactoriales. En nuestro México actual sería ocioso negar que vivimos inmersos en una narcocultura que parece no tener fin. Sin embargo, como psicóloga y criminóloga siempre he apostado por la necesidad de ir a las raíces de la violencia, su génesis, para poder entenderla y de esa manera combatirla con estrategias certeras y eficaces. En mi trabajo con capos de la droga no sólo me he encontrado con aquellos que nacieron en un ambiente criminógeno, me he topado con quienes heredan el negocio, así como también con aquellos que eligen ese camino, aun teniendo alternativas. Este es el caso de Dámaso López Núñez, El Licenciado, compadre de Joaquín El Chapo Guzmán, quien tras ser detenido lo dejó como el segundo al mando del Cártel de Sinaloa.

Es adentrándonos en la biografía de los protagonistas de la nota negra de nuestro país que podemos identificar situaciones adversas por las que atravesaron y que finalmente acabaron por mezclarse e influir de manera determinante en las decisiones y elecciones que éstos tomaron para convertirse  en lo que son. Hagamos  un vistazo ejecutivo sobre el caso de Dámaso. Éste acabó la preparatoria y estaba comenzando el quinto semestre de la licenciatura en Derecho cuando decidió trabajar como director de seguridad en el ámbito federal de las prisiones, por la necesidad económica, como él mismo me lo cuenta. Su primer hijo nació en 1987 y su hija en 1993, fecha en la que detuvieron por primera vez a Joaquín Guzmán por la muerte del cardenal Posadas Ocampo, el 9 de junio de 1993. Dámaso atravesaba “por muchas presiones”, trabajaba ya en prisiones federales, pero la situación económica lo estaba “acabando”, comentaba en una de nuestras pláticas.

Dámaso me contaba que no nació en una familia criminógena ni en un contexto criminógeno, no creció con amigos que le invitaran a transgredir la norma. Fue un niño y adolescente al que su padre, quien sólo estudió hasta tercero de primaria, lo impulsó al trabajo y al estudio: hizo de él “un hombre responsable”.

Mónica: “Qué interesante, tu padre estudió hasta tercero de primaria y tú quisiste estudiar derecho…”.

Dámaso: “Sí, me interesaban la sociología y el derecho; al final me decidí por el derecho y mi papá nos inculcó siempre el estudio. A mis hermanas no tanto, ya ve que las costumbres de antes eran así, simple y sencillamente acuérdese usted de que las herencias se le dejaban al hijo, no a las hijas; a esas que las mantenga su marido, y yo ahí sí comparto, así que la mayor parte de la gente de campo y de pueblo no mandaban a sus chamacas a estudiar. Mi padre era parejo con todos, ayudaba a todos por igual, pero la política era ayudar al hijo, darle la tierra, porque él va a tener que mantener una familia más adelante, y a la hija si le tocó un borracho, desobligado, era su problema”.

Mónica:Pero, Dámaso, eso no es ser parejo, al final la hija se queda entonces desprotegida. ¿Lo mismo pensaste hacer con tus hijos?”.

Dámaso: “Bueno, no, ahorita son otros tiempos”.

A pesar de que Dámaso es un hombre de familia con ideas conservadoras, sus elecciones delictivas salieron por completo de ese rango y terminó así convertido en el segundo al mando del Cártel de Sinaloa, hecho que de conservador no tiene nada y tampoco hay nada que justifique sus decisiones. Sin embargo, ciertamente no nació en un ámbito criminógeno. Involucrarse en éste fue una decisión y una elección propias: “se me hizo fácil, honestamente se me hizo fácil cuando personal del señor Joaquín me buscó para atender sus asuntos legales y administrativos”, agregó. “Yo no nací en esto, yo entré de manera accidental y por necesidad a este negocio, pero si yo hubiera nacido hijo de una persona que se dedicara a esto quizá otra cosa hubiera sido, porque ya naces ahí”, me decía Dámaso.

Mónica:Pero aún así, sigue siendo una elección muy personal, ¿no crees?”.

Dámaso:Pero es lo único que conoces, por eso las y los hijos siguen los pasos familiares del papá o la mamá, que ahora también hay muchas mujeres metidas en esto, hasta parece hereditario”, finalizó. Para Dámaso, quien se engancha con las drogas lo hace por un sentido de pertenencia con el grupo que se las está ofreciendo, que generalmente son sus amigos.


Sea cual sea la motivación de cualquier persona para enlistarse en las filas del narcotráfico, éste es quizá uno de los fenómenos criminológicos más graves en nuestra sociedad actual. Las estrategias para erradicarlo deberían descansar en la prevención, más que en el combate y su administración. No obstante, es una realidad que la actual es una violencia psicopática que nos ha rebasado y debemos detenerla ya. Los daños son irreparables y alcanzarán a generaciones enteras si nuestras autoridades continúan peleando contra ella con estrategias de antaño. Debemos renovarnos, y este es un llamado de urgencia.

@monramirezcano

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes. Suscríbete y sé parte de Opinión 51.