De la mano con lo desconocido

Rumbo a las olimpiadas: desde que empecé a escalar nunca paré.

De la mano con lo desconocido
Roberta PT
Roberta PT, 16 años

Tratar de entender algo que no se puede entender, el miedo a lo desconocido, hacer paz y darle la mano a un futuro que no conoces, ¿da miedo? Claro que sí, y conforme crecemos hay preguntas y decisiones más difíciles, pero hay una pequeña luz que da esperanza que todo puede salir bien, para mi, la escalada es esa luz.

Empecé a escalar a los 4 años, nunca me gustó y me emocionó lo suficiente como para dedicarme y tomar 3 horas de mi día para hacerlo. Hasta que un día, un gimnasio a unos 15 minutos de mi casa abrió sus puertas, Adamanta para ser más precisos. Mi mamá, quien desde chiquita me había llevado a escalar en roca y pasar la mayoría del día en el bosque, me llevó a este gimnasio por primera vez cuando tenía 11 o 12 años aproximadamente y de pronto ¡Wow! Existe una modalidad totalmente diferente a la que hacía; esta es boulder, que consiste en paredes de 4 metros aproximadamente de altura, un colchón y los pasos más complejos y divertidos que podrías imaginar en una pared con agarres.

A los 12 o 13 años empecé a escalar con un entrenamiento y un coach. Antes había tenido algunos pero nunca había realmente dedicado toda mi atención hacia el deporte, y ese mismo año empecé a competir. Hubo tantas competencias, fácil 15 en las que nunca pase a la final o me quedaba en cuarto lugar, pero nunca paré. Aproximadamente llevo 30 competencias en mi carrera y solo 7 de esas he quedado en un podio.

Una de mis mejores amigas que también escala conmigo un día me dijo “Te conozco desde pequeña, te he visto en muchas competencias y no necesariamente ganabas o quedabas en un podio pero nunca has parado” y eso resonó mucho en mi cabeza. Siempre que termino una competencia me desilusiono si no quedo en el primer lugar, y si quedo no es lo suficiente, porque lo pude haber hecho mejor o hay cosas que todavía puedo mejorar, pero lo que dijo es cierto. Desde que empecé a escalar nunca paré, creo que si me siento a pensarlo es de las cosas más complicadas en mi vida; me ha costado mucho estar donde estoy ahora, tener la madurez emocional para asimilar que no se que va a pasar en un futuro y dejar el pasado atrás pero sigo aquí. Tengo sueños y metas que tengo que trabajar aún más para poder conseguirlas pero la verdad con 16 años da miedo esa incertidumbre, crea inseguridades innecesarias, pero me he dado cuenta que tal vez es para lo mejor, son ese tipo de inseguridades que deberían de estar ahí para hacerte una mejor persona.

Nadie realmente te cuenta lo que conlleva ser un atleta de alto rendimiento. En lo primero que piensas es en el ejercicio, la parte física, pero no solo es eso, también significa tener disciplina para pararte enfrente del muro, de la cancha, o cualquier deporte que te guste. Significa sacrificar para hacer lo que tanto amas, y no es fácil, puede depender de muchas personas y factores. En una competencia de las primeras y pocas cosas que pasan por mi mente son “respira, cabeza fría, pies precisos, atenta al tiempo”. Después pasa un sentimiento de adrenalina, de emoción, de expresarte en el muro y sentirte libre, no hay nada que sea mejor que ese sentimiento. Cuando llegas al top (el final de la ruta), sientes ese agarre con mucha fuerza y en tus cinco sentidos te das cuenta que lo hiciste, que fue complicado y tomó tiempo pero que ya estas ahi y no vas a poder repetir ese momento, aunque nada más haya sido una vez, ese top viene de años de trabajo, de muchas lágrimas tanto de felicidad como de tristeza, de sacrificar algunas salidas con amigos o familia por estar donde estás ahora, horas de entrenamiento pero también de diversión, y cuando bajas del muro es como estar en un sueño. Ese momento ha tenido miles más para que llegara, pero nadie te asegura ese top, como lo mencioné, existen dudas e incertidumbres sobre tu futuro y como vas a lograr ese top, cuantas personas te apoyan y si lo que estás haciendo es suficiente, si la motivación y el querer ese lugar son lo bastante grandes para que después puedas ejecutar mejor que antes.

Hay una frase muy bonita que me han repetido muchas veces y es “eres tú contra el muro y nadie más”, es cierto…los demás tendrán otro entrenamiento diferente, otra mentalidad, altura, motivación, cansancio, etc. Pero nadie más puede subirse y escalar de la forma en la que tú lo haces. Nunca podría determinar mi estilo, podría decir que es técnico y precavido pero algunos me han dicho que es dinámico y fuerte, nunca sabes.

Escalar en mi perspectiva es como la vida, existe un problema y necesitas encontrar una solución, hay una ruta y precisas hallar  cómo llegar al top, las dos las haces paso por paso, concentrándote en cada movimiento, respirando lento, dejando que las cosas fluyan a su manera.

Ahora…tiene que haber un balance entre tu deporte, tu salud mental y a lo que te dedicas que en este caso, el mío es estudiante. No nos percatamos que la carga que le damos a nuestro cuerpo puede ser mucho más alta de lo que aguanta, nos podemos desvelar haciendo trabajos pendientes y el siguiente día en el entrenamiento no rendimos de la misma forma que si estamos descansados.

Un entrenamiento malo a veces puede llegar a apagar focos en tu cabeza, te puede desmotivar y eventualmente si no haces algo al respecto te lleva a lugares muy oscuros. Tener 16 años es complicado, tienes un surgimiento de hormonas muy grande y no entiendes la mitad de lo que pasa en tu cabeza, y esa desmotivación no la conoces. No sabes diferenciar entre un mal día y una mala semana, porque esos focos que se van apagando son los que anteriormente te daban ese sentimiento de libertad y fuerza.

La pregunta a esto es, ¿Cómo encendemos esos focos sin estar seguros de lo que sigue?

He tenido buenos y malos momentos durante estos 4-5 años que llevo entrenando y compitiendo, he llorado miles de veces después de una competencia pero también he sonreído, me ha costado mantener la motivación y el “hambre” por escalar más y más duro. La cantidad de planes y sacrificios que he hecho por una competencia o simplemente ir a entrenar es inmensa y hay veces que duele y te preguntas si realmente deberías continuar o sí deberías tomar un pequeño descanso y desconocer el mundo por un par de días o semanas. Varias veces me lo he preguntado, tal vez es mejor hacer un deporte más consistente, uno que casi no tenga altas y bajas, pero…¿realmente vale la pena? ¿tanto sacrificio por dejarlo todo atrás y no volver?.

Todos eventualmente encontramos lo que más nos gusta hacer, algo que realmente nos apasiona, puede ser desde los 4 años a los 60, es difícil saberlo. Los que desde pequeños encontramos ese hobbie o pasión tenemos problemas por lo menos en mi perspectiva parar. Después de una semana sin escalar puedo decir que me cuesta mucho continuar con mi día, se ha convertido en una pieza del rompecabezas que soy y si la quitas no estoy completa. No puedes levantar un rompecabezas sin que todas las piezas estén puestas.

La motivación la encontramos en lugares donde nos sentimos seguros, donde esas personas o elementos pueden impulsarnos a ser mejores. Conforme los años pasan me he dado cuenta que encuentro la motivación en las personas que me rodean: mi mamá, mi abuela, mis hermanos… Uno de los más esenciales son mis amigos y mis teammates. Todos han formado una gran parte de mi día a día, me han convertido en una mejor persona y cuando voy a competir siempre están ahí. La familia siempre está ahí. Para mi es especial ver personas que me acompañan, sin muchas de ellas no podría ser la mitad de la persona que soy, pero también es importante pasar tiempo a solas.

Darme tiempo de aprender a estar tranquila con la voz en mi cabeza que se ha transformado a una voz de motivación, felicidad y amor hacia mi misma es una cosa que he aprendido con tiempo y paciencia.  Cuando estás arriba en el muro habrá mucha gente gritando y apoyando, pero no hay mejor voz que la de uno mismo, es la que realmente puedes oír y enfocar en momentos de tensión. Es la única que te va a tranquilizar y te va a decir que sigue, la que te va a levantar y te va hacer poner el pie en donde va.

Representar a un país es de las cosas más importantes y difíciles que he hecho. A los 14 años tuve la oportunidad de ir al Campeonato Mundial Juvenil de Escalada en Italia, es una de dos competencias internacionales que he hecho. Si soy sincera, de las cosas que hoy en día me cuesta mucho es volverme a poner esa camisa, aunque haya sido pequeña y con mucho menos experiencia que ahora. No fue mi mejor desempeño. Cuando te pones esa camisa sabes que hay un país y una comunidad que estás representando, personalmente en mis redes sociales llegue a ver el alcance de ir a una competencia de esta forma. Cuando te anuncian públicamente y la gente se entera que eres seleccionada nacional es complicado. Estoy perfectamente consciente que no estoy sola, que tengo una comunidad detrás de mí deseando lo mejor…Se podría decir que es la mejor experiencia pero en el muro la única que hace el trabajo tanto mental como físico soy yo.

Para terminar quiero en especial reconocer a todos los atletxs que se paran enfrente de ese muro, cancha, alberca, etc. Sé que es difícil, y que tu futuro no está definido, pero ese futuro lo marcas tú y hay una comunidad inmensa atrás que te apoya. Así que respira lento, dale tiempo a las cosas, poco a poco irán tomando forma y esos sacrificios van a valer la pena. Si no te sientes seguro esta bien, hay miles de carriles por descubrir pero también lugares y personas que te van a ayudar a crecer.

Ponte esta camisa, uniforme, guantes o magnesia con orgullo porque esto todavía no acaba.

Roberta PT, 16 años. Nació en Ciudad de México, actualmente estudia preparatoria. Le gusta escalar, platicar con sus amigos y tocar la guitarra.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes. Suscríbete y sé parte de Opinión 51.