México "N"

Te lo buscaste, reportera por reportear, policía por cuidar, te lo buscaste, godín, por creer que que los atardeceres también son tuyos.

México "N"
Karla Iberia Sánchez

Un “N” se estaciona a media carretera de dos sentidos en Marquelia y mirando de frente a un mando de la Marina, reitera la amenaza de colgarlo.

Esa misma noche, cruzando la frontera con otro municipio, otro “N” grita a un centímetro del rostro de una madre mexicana, pone la 9 milímetros en las costillas del padre y mientras el antro completo corea el  “¡Viva México, cabrones!”, amaga con hacer algo a sus hijos.

¿El argumento? “Lo vieron feo”.

Un día después, en cada tope de la ruta Cuajinicuilapa-Marquelia-Copala, encuentras a alguien armado. En un tope, militares. En otro, policía estatal. En el siguiente, hombres con rifles y playeras verdes: todos en pacífica convivencia mientras tú, pobre-diablo-diabla-diablillos, tiemblas mientras sacudes la bolsa en busca de más cambio para darles:

“No, saca el billete, saca el billete, rápido”, gritan los tuyos desde el asiento trasero.

El sr. detrás de la ventanilla –no sabes si criminal o guardia comunitaria o fusión de los dos– está a punto de mutar a “N”, mientras sonríe con un bote al que agita como si fuera un mendigo.

Mendigos nosotros, de paz.

Mientras ondean las palmeras y las ceibas, brincan violentas sombras sin rostro: a veces cubiertos de negro –a veces sólo con un cubreboca arrugado y reinfectado–, a veces a luz de día y de cara lavada: todos con la palidez de la gente que acaba de exhalar el último aliento como ser humano.

Sólo hay un momento en el que los espectros mueven un poco la boca a la derecha: el instante de la amenaza. Te voy a quebrar, desaparecer, levantar, mutilar. Te voy a cortar la cabeza, a sacar los ojos y los dientes. Te voy a colgar. Siempre lo dicen bajito, sonriendo.

Sí, son ellos. Son ellas.

Siendo incluyentes, las y los “N”.

Los que te fusilan mientras lloras a tu muerto en San José de Gracia, los que disparan al techo cuando cabeceas en la combi entre Valle de Chalco y Metro Zaragoza, los que ves entrar a un jaripeo y arrasan con los caballos y el cantante, mientras caen rotas las botellas.

“Te lo buscaste por andar donde no debías”, dirán los beatos. Te lo buscaste por postear esos Insta, por traer un iPhone, por entrar en ese turno, por quedarte en una FES a dos horas de tu casa. Te lo buscaste, México, por querer divertirte en una Quinta, por querer conocer Tulum sin enterarte cuántos cuerpos yacen en La Laguna Azul.

Te lo buscaste, reportera, por reportear; policía, por cuidar; te lo buscaste, godín, por creer que que los atardeceres también son tuyos.

De algunos “N” conoceremos sus caras, siempre a medias. Les taparán los ojos con algún efecto. Escucharemos sus ridículos alias.

Serán cada vez menos, aunque no olvidemos sus rostros respirándonos encima.

Los pobres diablos de a pie, los contribuyentes, los decentes, los ciudadanos, no tenemos blur que nos proteja para denunciar.

Los “N” brindan en su gran multitud. Nos observan. Nos estudian.

Siempre, siempre quedará una cisterna para vengarse.

@karlaiberia

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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