El lujo de tirarse al piso

La fiscalía presumió en redes sociales la exitosa detención de un grupo de secuestradores. En un país en donde reina la impunidad ¿quién no iba a celebrarlo?

El lujo de tirarse al piso
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El lujo de tirarse al piso
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Era el 22 de mayo del 2020, Norma se dirigía a entregar un pedido, nada fuera de lo normal para quien se dedicaba a vender aguacates y duraznos; jamás pensó que ese día su vida cambiaría para siempre. Subió al vehículo de una compañera quien la iba a llevar. Apenas había pasado un minuto desde que arrancó el coche, cuando fueron detenidas. Eran cuatro hombres, las tiraron al piso y pusieron los pies sobre sus cabezas. Las subieron a una camioneta mientras les decían que eran miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Comenzaron a interrogarla y a preguntarle insistentemente cuánto dinero tenía en sus cuentas de banco, cuánto podía dar, mientras amenazaban con matarlas. Durante el recorrido, se comunicaban con otros hombres por radio. “Tenemos el paquete”, decían.

Norma y su compañera fueron trasladadas a una casa, en donde había más personas. A ella golpearon en las costillas y le pidieron varias veces -igual que  a los demás- que se tiraran al piso y luego que se levantaran. Entraron más hombres y volvían a pedirle lo mismo mientras tomaban fotos. Un video dado a conocer por diversos medios de comunicación, da cuenta de cómo nueve hombres, algunos armados, entraron a una pequeña casa amarilla corriendo mientras gritaban: “Quieto, quieto, al suelo, al suelo, hijos de su puta madre. ¿Cómo te llamas jefe? Échate, salimos con los ochos, salimos con los ochos. Está despejado.”

De ahí, con la cabeza agachada y esposada, me relató Norma, fue sacada del lugar junto con su compañera y otras personas. El video que los policías entregaron a medios de comunicación tiene un corte en la edición, justo entre el momento que entran a la casa y el tiempo que tardaron en sacar a los “presuntos secuestradores”. “Si vuelves a levantar la cabeza, vas a valer verga”, le dijeron a Norma. Mientras, la subían a golpes a la cajuela de una camioneta. Otro hombre se acercó, e indicó que no podían llevarla ahí porque “Va a haber pedo”.

Así fue como Norma llegó a la fiscalía de Metepec en el Estado de México. Ahí, en un baño, fue encerrada por un policía de investigación, justo uno de los que participó en su detención, aunque no figura en ninguno de los documentos.

La versión de las autoridades cuenta que la detención inició cuando ubicaron a uno de los vehículos que participó en el secuestro de un comerciante. Sin embargo, a estas dos mujeres se les ve salir esposadas de la supuesta casa de seguridad.  “Me dice que si soy buena con él, y digo todo lo que él quiera, me va a tratar bien”. El ministerial le apretó la barbilla: “Eres una pendeja, una puta, pendeja.” Se quitó el cubrebocas y pasó su lengua sobre su boca. “Acuérdate, ahora sí vas a ser buena conmigo y vas a hablar.” Le mordió un pezón y al mismo tiempo le bajó los mallones junto con la ropa interior y metió sus dedos, después con esa mano le separó piernas para introducir el pene. Insistía en que le pasaba todo eso por culera, por pendeja, por no hacer lo que él le decía. Por suerte, si es que la suerte cabe en este relato, tocaron a la puerta y él se separó. La amenazó, si ella contaba lo que había sucedido, se encargaría de terminar con lo que había empezado.

Norma se encuentra detenida en el Penal de Santiaguito, de su denuncia por violación no ha pasado nada en más de un año. Para la psicóloga que vio su caso, ella no está dañada como para acreditar que eso ocurrió. “Después de un año quiere que esté igual... algo que no va a pasar en este lugar donde no puedes darte ese lujo de estar tirada en el piso”, me cuenta Norma.

La fiscalía presumió en redes sociales la exitosa detención de un grupo de secuestradores. En un país en donde reina la impunidad ¿quién no iba a celebrarlo?


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