¿Para qué demonios hacer periodismo?

El periodismo enfrenta el dilema de tener que servir para comunicar al mayor número de personas sus hallazgos, pero a la vez nadie paga por ellos.

¿Para qué demonios hacer periodismo?
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¿Para qué demonios hacer periodismo?
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Hace un mes, en la Feria del Libro de Guadalajara, durante la presentación de un libro que coordiné sobre periodismo de investigación y  herramientas de acceso a la información pública, mi compañero Ernesto Aroche reflexionó ante una pregunta de uno de los asistentes: “Me gustaría decir que después de que publicamos nuestro reportaje hubo algún cambio, se procesó a alguien o el dinero se regresó. Pero no fue así, no pasó nada” .

El texto al que se refería es una investigación realizada por Lado B, en el estado de Puebla, en la que revelaron el mal uso de los recursos públicos para el beneficio de los políticos (¿suena conocido?). El libro Periodismo de investigación en el ámbito local compila la historia detrás de La Historia de grandes reportajes cuyxs autorxs echaron mano de las leyes de transparencia para obtener datos que revelaron importantes hallazgos y mostraron una realidad que nos querían ocultar.

En la tertulia con el público aproveché para agregar al comentario de Aroche que muchas veces en nuestra labor no hay consecuencias directas o visibles, “pero estoy segura de que quienes leyeron o vieron el trabajo tienen una percepción distinta de sus gobernantes y meses o años después, cuando haya elecciones, la pensarán dos veces si volverán a votar por ellos”. Un ejemplo es el reportaje de La casa blanca de Peña Nieto dado a conocer en Aristegui Noticias en 2014. En lo penal o administrativo no se castigó a nadie, pero seguramente el electorado sí castigó a ese partido en los comicios siguientes (2018), en parte, gracias a ese escándalo.

¿Sirve de algo seguir haciendo periodismo? Pienso esto mientras me tomo un café de madrugada, minutos después de que sonó el despertador, en medio de este frío de enero. Debo revisar gruesas bases de datos y documentos para un reportaje en desarrollo cuya minuciosidad requiere de habilidades casi ingenieriles, como para construir un edificio. Porque para sustentar una hipótesis de, por ejemplo, una investigación de que en tal o cual dependencia se desaparecieron tantos millones que fueron malgastados y favorecieron con irregularidades  a determinadas empresas, se debe trabajar días, semanas o meses. Porque ser periodista de investigación es cargar con una gran responsabilidad. Al mismo tiempo, se lleva el riesgo de un policía -te amenazan, agreden o asesinan-, mientras también en la espalda se debe cargar con la ética de un médico y el buen criterio y metodología de un juez. Para que una historia sea publicada ésta debió pasar por un proceso de disección milimétrica de pasos y decisiones. De análisis y obtención de datos. De contraste con fuentes; de largas y a veces reiteradas pláticas con especialistas, que quizás nunca serán registradas en el reportaje, pero deben servir para entender si vamos por el rumbo correcto. Con llamadas no contestadas, mensajes ignorados, insistencia para acceder a lxs entrevistadxs.

Y es así: revisar expedientes, tener citas, o dedicar una semana entera a encontrar y convencer a una fuente para que dé información que sea la conexión para sostener una hipótesis es un trabajo de tiempo completo.

En medio de esto, el periodismo enfrenta el dilema de tener que servir para comunicar al mayor número de personas sus hallazgos, pero a la vez nadie paga por ellos.

La industria  vive un momento de constreñimiento y crisis, sin un modelo de negocio claro, con empresas que enfrentan cada vez más problemas, y en las que los reporteros quedan en medio.

Entonces, ¿para qué y por qué demonios seguir haciendo periodismo?

Porque sí creo que el periodismo genera cambios. Porque modifica percepciones. Porque ofrece historias que sirven y que deben ser conocidas. Porque da argumentos. Porque invita a pensar. Porque es útil para la sociedad y la democracia.

Hace unos días leía la columna de Pamela Cerdeira “Y la delincuencia seguía ahí¨

Y la delincuencia seguía ahí
Listen now (2 min) | Cambió el gobierno, se inventó un discurso, cambió el color, se sentó junto a los héroes de la patria, convenció a la población, apostó por algo llamado “transformación”, embistió feroz contra opositores, la academia, corruptos comprobables y por comprobar, los sospechosos de siempre, editorialistas, periodistas, comediantes, sociedad civil, padres de p…

, en la que destaca algo doloroso: después de tantos años de violencia en México, transición de gobiernos, distintos partidos en el poder y variopintos discursos, parece que nada ha cambiado a excepción de la capacidad de asombro. Hace 10 años nos horrorizaba una noticia de una masacre; ahora la dejamos pasar y damos vuelta a la página o click a otra cosa.

Es precisamente contra eso por lo que se debe luchar: no podemos permitir caer en la inercia. Y la tarea es encontrar nuevas y novedosas formas de contar lo que está sucediendo. Tejer el lenguaje escrito o audiovisual atractivo para abrir ojos y oídos de los ciudadanos, para interesar, para indignar e informar.

¿Vale la pena hacer periodismo? Sí.

Releí recientemente el libro Sapiens, de Yuval Noah Harari, este filósofo de la macrohistoria, quien describe cómo el homo sapiens fue la especie que logró ponerse por encima de las demás gracias a su capacidad de comunicación, y de dar  detalles y datos precisos en la conversación que logró robusecer con los de su especie debido al lenguaje. Un chimpancé puede avisar a los demás simios que viene un león, pero nada más. El ser humano evolucionó gracias a dar pormenores útiles que generaron conocimiento y ciencia, lo que a su vez permitió formar comunidades grandes, influir en ellas con el pensamiento, conocimiento e ideología, y así crecer hasta montar sociedades funcionales.

Algo tan silvestre como esa comunicación pormenorizada que cuenta historias es el periodismo. Por eso es vital para mejorar y evolucionar.

Espero que este 2022 sea un buen año para el oficio, para los colegas que día a día se arriesgan e imprimen su ánimo y su perseverancia por esa historia que intentan sacar a la luz.

Que en este año no sea agredido ni con la palabra ni con la violencia física ningún periodista. Que este sea el año de valorar la profesión, de respetarla y compensarla entre todos como merece.

@sandra_romandia


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