Fuiste tú

Los mensajes cargados de violencia y machismo fueron leídos por ella, aun cuando en reiteradas veces se lee que María Elena respondió: “Por favor, déjame tranquila, no más”.

Fuiste tú
Yohali Reséndiz

“¿Hasta cuándo dejarás de ser tan puta?”. “Entiende, deja la música. Sólo conmigo estarás bien y vas a tener todo”. “Los músicos son unos muertos de hambre, jodidos y drogadictos, ya déjate de puterías”. “Mándame tu ubicación”. “¿Estás ya de puta?”. “¿Dónde estás?, acabo de pasar y solo veo el coche de tu hermana, seguro estás de puta otra vez”. “Quiero verte ya”. “Jamás saldrás de pobre”.

Las anteriores frases fueron mensajes de WhatsApp enviados desde el celular del exdiputado priista Juan Antonio Vera Carrizal al número de celular de María Elena Ríos –primera víctima oaxaqueña rociada con ácido, en un intento de feminicidio–. Los mensajes cargados de violencia y machismo fueron leídos por ella, aun cuando en reiteradas veces se lee que María Elena respondió: “Por favor, déjame tranquila, no más”.

María Elena Ríos es originaria de Santo Domingo Tonalá, perteneciente al municipio de Huajuapan de León en Oaxaca. Desde los seis años, Malena, como le llaman de cariño en su familia, demostró amor por la música, así que después de estudiar primaria, secundaria y preparatoria decidió viajar a la ciudad de Puebla y prepararse en dos carreras simultáneas: la música en el Conservatorio de Puebla y la licenciatura en Comunicación Social.

En el 2017, Malena conoció al exdiputado Juan Antonio Vera Carrizal. “Él la entrevista y la contrata para manejar sus redes sociales y comunicación social en redes en la Mixteca”, narra Silvia Ríos, hermana de María Elena, a esta reportera.

Fue en el año 2018 cuando Juan Antonio le propuso a María Elena una relación personal, Ella no estaba segura y unos meses después, al darse cuenta de que no era lo que quería en su vida, se lo dijo. Todas tenemos ese derecho a decir si queremos estar o no en una relación. He leído sus mensajes, en el sentido del rechazo de ella a la relación y remarcar un: “Ya NO me busques”.

“Él continuaba escribiéndole y buscándola, acosándola y hostigándola por meses, acusándola de que era una cualquiera, porque obviamente ella no quería nada con él. Le escribió que nunca tendría lo que con él y que al no dejar la música es porque seguro andaba de puta”, narra Silvia Ríos.

Además de las actividades artísticas de Malena a la par atendía un negocio instalado en una parte de la casa familiar donde vendía vuelos –agencia de viajes– y tramitaba pasaportes, visa y ofrecía corrección en documentos como las actas de nacimiento.

Viernes 6 de septiembre de 2019

Malena se encontraba en una reunión de músicos en Oaxaca cuando sonó su móvil.

–¿Sí?

–Señorita, ¿podría ayudarme con un pasaporte para mi mamá? Ella tiene un problema de registro, pero lo necesitamos, ¿puede ayudarnos?

–No estoy allá, pero puedo verlos el lunes en la oficina desde temprano.

–Perfecto, la vemos entre las 10 y las 12 del día –dijo un hombre del otro lado de la línea.

María Elena, siempre profesional, le indicó al hombre qué documentos llevar y agendó la cita.

9 de noviembre de 2019

El sonido del timbre indicó a María Elena que la hora de trabajar había comenzado. Abrió la puerta y ahí un hombre le dijo que era la persona que le había llamado el viernes para poner en orden los documentos de su madre.

Malena lo dejó entrar.

–¿Y dónde está su mamá? –preguntó naturalmente.

–Ah, ella fue a un mandado, no tarda –explicó el hombre mientras miraba el lugar.

Malena comenzó a recabar los supuestos datos de la mujer. El hombre se le acercó tanto, en al menos un par de ocasiones, que comenzó a incomodarla, y como una especie de prevención y alerta le solicitó que se sentara.

Fue en el tercer intento que el hombre se acercó demasiado y tomó con fuerza a Malena del hombro para impedir que se levantara, mientras con la mano derecha le vaciaba el contenido de un envase de plástico.

Malena comenzó a gritar, la piel de su cara comenzó a fundirse, el hombre vació ácido en rostro y cuerpo, y segundos después huyó sin ser detenido.

“¡Auxilio, ayúdenme!”, gritó desesperada.

La madre de Malena, que estaba dentro de la casa, escuchó sus gritos y corrió hacia ella; Malena se retorcía de dolor. Antes de entrar en shock, desde el celular de su madre marcó un número y dijo:

“¡Tú me hiciste esto, Juan!, ¡tú me lo hiciste! ¿Por qué?”.

La madre le quitó el celular y en un arranque le dijo a Juan Antonio Vera Carrizal: “Lo va a pagar muy caro con Dios”, colgó y soltó el celular, y abrazó a su hija y suplicó a gritos ayuda.

En minutos llegaron paramédicos y una ambulancia, y Malena fue trasladada al Hospital Jardines del Sur.

La sábana de llamadas del celular de la madre de Malena registra que Juan Antonio regresó la llamada: “Señora, lamento lo que le pasó a Elena. Si ustedes creen que yo fui, denuncien, que yo daré la cara y ahorita voy para allá”. Nunca llegó.

Ni Malena ni la mamá mencionaron qué le había ocurrido. Malena sólo lo acusó de ser responsable y su madre le resaltó que habría justicia divina. Nadie le refirió qué le había pasado y él ya lo sabía.

Desde el principio Malena fue tratada con desdén y negligencia. Personal del Hospital General de Huajuapan en Oaxaca se negó a atenderla porque ella había sido ingresada en un hospital particular, a pesar de que la presidenta municipal de Huajuapan al conocer la situación dispuso a personal de atención a víctimas para apoyarla con el ingreso, pero éste nunca se realizó. Nunca hubo un traslado. Nunca una ambulancia. La respuesta fue: “no tenemos cama”.

Horas después salió la opción de trasladarla al Hospital Del Valle en Puebla, pero no fue aceptado por la familia, ya que el estado buscaba anular su responsabilidad al negarle la atención en un hospital que entonces requería, incluso la particular del secretario de Salud del estado le dijo a la familia vía telefónica: “Podemos apoyarlas, pero no existe ningún espacio, no hay camas en el hospital civil y ofrecemos el traslado a Puebla. Lo toman o lo dejan, porque ella se pondrá más grave por las lesiones”.

Desde entonces Malena no contó con apoyo real por parte del gobierno de Oaxaca. Sabedora de la situación de Malena y con la angustia de encontrarla tan grave, la familia se vio obligada a tomar la decisión de hacerlo público y atajaron: “aceptamos Puebla, pero lo haremos público a cada medio que se nos acerque, y diremos que no tuvimos apoyo en Oaxaca”. De inmediato las cosas cambiaron. A los 15 minutos resolvieron lo que no hicieron en 24 horas y la secretaria del secretario de Salud estatal aseguró que ya estaba autorizado el pase al Hospital Civil en Oaxaca.

La familia solo pidió el apoyo para la atención médica de Malena y les pesó darlo.

Malena estaba grave y en menos de un mes fue dada de alta. La ruindad por delante.

Era obvio que el dolor de Malena no puede sintetizarse en una nota ni ahondar en el calvario sufrido donde residentes médicos olvidaron darle su medicamento o se burlaban de ella; donde camilleros y enfermeros la trataban de mala gana.

Malena enfrentó sola el proceso de inflamación, de los dolores, de los ardores, de la depresión.

Pero, ¿y la autoridad?

Malena señaló en su declaración al Ministerio Público dentro del hospital como autor intelectual a Juan Antonio Vera Carrizal, exdiputado priista del distrito de Huajuapan de León en Oaxaca.

Su hermana Silvia buscó en varias ocasiones al fiscal del estado de Oaxaca y jamás fue atendida. Fue a través de un amigo de Malena que le da clases de piano a su esposa como Silvia pudo lograr ese contacto y, por fin, tener una cita.

La Secretaría de la Mujer en Oaxaca ofreció a Silvia acompañamiento legal y médico para Malena, pero eso sólo quedó en palabras porque nunca lo cumplieron.

“Se hará justicia, caiga quien caiga, no vamos a proteger a nadie, sea un personaje público o político, confíe en mí. Si usted habla con los medios entorpecerá la investigación”, fueron las palabras del fiscal en su privado durante la reunión con la familia de Malena.

Y todos y todas confiaron, pero durante meses no hubo avances. La familia Ríos cumplió su parte, el silencio ante los medios, pero la autoridad no.

La autoridad tenía el poder de retirar el apoyo básico a Malena, como ahora lo hacen.

Buscaron enlodarla y hacerla pasar por puta, y aseguraron que se acostaba con hombres casados, dando credibilidad a quien la ha lastimado de por vida.

Una sábana de llamadas, obtenida por esta reportera, da cuenta de que un número que contacta vía telefónica a su hermana para amenazar que matarían a Malena –el 6 de septiembre de 2019– habló también al celular con Juan Antonio Vera Carrizal.

El 6 de octubre, Silvia Ríos se acercó a Andrés Manuel López Obrador –que se encontraba de gira en Oaxaca– y clamó justicia. “Le dije al presidente lo que le había ocurrido a mi hermana y que Juan Antonio Vera Carrizal es prestanombres del padre del gobernador Murat, que es protegido y solapado del gobierno oaxaqueño y el gobernador en turno. El presidente tomó mi mano y me canalizó con la delegada federal, Nancy Ortiz, y me dice: ‘te vamos ayudar’; después ella me pide toda la información, fotos, los mensajes, la carpeta de investigación y todo, pero luego ya no me respondió, hasta que le escribo: ‘volveré a buscar al presidente’, y entonces me respondió que solo podían apoyarme en lo legal porque el problema era del gobierno estatal y no federal, y me bloqueó y eliminó del WhatsApp”.

Silvia acudió una segunda vez con el fiscal y el vicefiscal, mientras que todos los gastos médicos los asumía la familia Ríos, desde medicamentos hasta alimentos y hotel para estar al pendiente de ella mientras está en el Hospital Civil.

Malena solicitó ver al fiscal, pero él no tenía tiempo de verla.

Como hoy sucede, le negaron una atención médica integral como la masajista de piel, porque argumentaban que eso no era prioridad.

“Me cortó mis sueños”, dijo con voz suave una adolorida Malena en la cama del Hospital Civil en Oaxaca, mendigando un traslado que le restituya la salud y la reconstruyan.

Pero, ¿cómo se puede reconstruir lo quemado por la enfermedad de un hombre, los celos, el poder?, ¿cómo olvidar la intención que tuvo de matarla en vida, marcarla para siempre con una acción y donde la autoridad sanitaria nunca priorizó salvaguardar su vida, la vida de una mujer joven que ama la música y que independientemente de si tuvo o no una relación con Juan Antonio Vera Carrizal ella decidió terminar?

Su testimonio fue minimizado y considerado NO válido para la autoridad judicial y de “investigación”.

Para el gobierno de Oaxaca SU restablecimiento NUNCA fue prioridad.

Y como en la mayoría de los casos, hasta que Malena comenzó a evidenciar las canalladas y ruindades de las autoridades fue como se emitió la ficha de búsqueda y localización de Juan Antonio Vera Carrizal; incluso, ofrecieron un millón de pesos a cambio de información sobre su paradero. ¡Ah!, pero eso sí, para adornarse el gobierno de Oaxaca se pinta solo y a principios de abril Alejandro Murat anunció la detención del agresor intelectual de Malena, sin embargo, hubiese ganado más respeto si la salud de Malena hubiese sido la prioridad.

@yohaliresendiz

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