Ruega por nosotros, los pecadores

Los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica en nuestro país han sido un infierno para las víctimas, desde hace décadas la sotana servía de encubrimiento a victimarios.

Ruega por nosotros, los pecadores
Yohali Reséndiz

“Cada que miro que los rayos del sol atraviesan el atrio me acuerdo de lo que hice. Al principio me resistí, pero era un chamaco y en casa se necesitaba tanto el dinero, así fue como comencé a dejarme tocar por el padre Juan hasta que murió

–¿Algún día lo denunció?

–No había por qué, siempre lo acepté.

Desde el Vaticano, en un hecho histórico, ha sido reformado el Libro VI del Código de Derecho Canónico sobre las sanciones penales dentro de la Iglesia católica, y considera a la pederastia como un delito contra la dignidad humana que puede derivar en la expulsión del estado clerical.

El artículo 1398 dice quién “comete un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo con un menor o con persona que habitualmente tiene un uso imperfecto de la razón a la que el derecho reconoce igual tutela” o quién “recluta o induce a un menor o a una persona que habitualmente tiene un uso imperfecto de la razón o a la que el derecho reconoce igual tutela, para que se exponga pornográficamente o para participar a exhibiciones pornográficas, tanto verdaderas como simuladas”.

Y el que “inmoralmente adquiere, conserva, exhibe o divulga, en cualquier forma y con cualquier instrumento, imágenes pornográficas de menores o de personas que habitualmente tienen un uso imperfecto de la razón”.

Ademas se añaden algunos casos nuevos, como la violación del secreto pontificio, la omisión de la obligación de ejecutar una sentencia o decreto penal o la omisión de la obligación de notificar la comisión de un delito.

El libro VI aborda las leyes penales que antes no existían; además, sugiere cómo se deben aplicar.

En México más de 97 millones son católicos que deben celebrar que estas modificaciones protegen a los fieles y en caso de alguna falta clerical con denuncia se ha considerado la reparación del daño y la indemnización, pero sobre todo estas modificaciones buscan prevenir los delitos y sancionar a fieles y a sacerdotes.

Los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica en nuestro país han sido un infierno para las víctimas. Desde hace décadas la sotana servía de encubrimiento a victimarios y el castigo –si lo había– era solamente un cambio de sede o de país porque, en efecto, no había un mecanismo de protección a las víctimas ni a sus familias y en donde lo inmoral era silenciado.

Así que estas modificaciones desde el Vaticano hay que agradecerlas porque delito y  pecado son lo mismo.

@yohaliresendiz

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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