Por Pamela Cerdeira

Trae puesta una hoodie rosa, unos pantalones blancos que se parecen a esos que anuncian en Instagram como ideales para viajar —nunca se arrugan— y unos Skechers beige con morado. No debe llegar al metro sesenta. Nada de joyería, casi no usa maquillaje, apenas los labios un poco pintados, y el pelo corto con la libertad de acomodarse solo.
Llega acompañada de un grupo de personas que visten trajes oscuros y ropa semiformal. Ella sobresale por sus tonos claros y su estilo casual. Le gritan su nombre como si fuera una cantante a punto de comenzar un concierto; ella sigue caminando y levanta los brazos al ritmo de los gritos. Termina todas las frases con una sonrisa.
Está frente a periodistas de todo el mundo que quieren saber cuáles son sus planes para el futuro. Responde en inglés —no es su lengua materna, pero lo habla perfecto—. Las palabras que más repite definen su visión: cool, passion, elegance y technology (increíble, pasión, elegancia y tecnología).
Cuando le piden un consejo para las mujeres, dice que hay que tener más confianza en una misma, resistir la presión y saber cambiar de la vida diaria al trabajo. Nunca rendirse. Relajarse, sin importar lo que pase, y tener claro que el día siguiente será otro día hermoso.
Stella Li es la vicepresidenta global de BYD. Es china y su trabajo frente a la compañía ha estado enfocado en el reto de la globalización: quiere hacer de su marca la más relevante del mundo. El crecimiento que presume debería ser una lección para cualquiera que busque el éxito. El número de vehículos vendidos ha crecido exponencialmente en los últimos cuatro años. Empezó como una compañía especializada en baterías, y desde 2003 comenzó a producir coches.
Una de las innovaciones clave —y que, para ella, será un game changer en toda la industria— es la carga rápida. Hoy tienen una tecnología que permite recargar un auto en solo cinco minutos para obtener 400 kilómetros de autonomía.
Las claves de su liderazgo: “No ha sido fácil, es mucho trabajo, pero creo que la transparencia y la confianza lo resuelven todo. Cuando algún colega no entiende por qué trabajamos tan duro o por qué los presiono tanto, les digo: este es el objetivo, tenemos que movernos en esta dirección. Y entonces tienen confianza en que podemos lograr nuestras metas, trabajar juntos y encontrar una solución. Al final, serán más agresivos en el trabajo que yo. Es muy importante, en los negocios globales, la confianza y la transparencia. Mi equipo sabe que siempre puede hablar conmigo con total apertura.”
Así es como Stella ve el coche del futuro: no como un medio de transporte, sino como un asistente personal. Un coche inteligente que sepa cuál es tu próxima junta y tu destino. Y, por supuesto, que se maneje solo. Que tú puedas decirle: “Ey, BYD, tengo hambre, hoy quiero comida picante”, y el coche ya sepa cuál es tu comida favorita, tu restaurante favorito y automáticamente te lleve hasta él. Tú te bajas y se estaciona solo. Al terminar, no tienes que hacer nada: el coche se moverá hasta donde estés para recogerte. Puedes conversar con tu vehículo, como lo harías con un amigo.
En pocas palabras, Stella Li sueña con que KITT, el auto increíble, sea una realidad. Y está muy cerca de lograrlo.
En un lado un macho que sostiene una sierra mientras su compañía va en picada y los antiguos clientes usan estampas para ocultar el logotipo de su coche, por el otro está Stella, una mujer sonriente, sencilla, que cree en la cooperación, comprometida con el trabajo, y que es amada por su equipo, dispuesta hacer de su empresa la más relevante del mundo.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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