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Por Pamela Cerdeira

La elección al Poder Judicial no está repleta de absolutos. Es imposible verla con binarismos totalitarios. Los únicos que alcanzo a notar son: es el resultado del berrinche de un expresidente chiquito, le otorgará a Morena control casi absoluto del único poder que les faltaba, y su resultado será un desastre. De ahí en fuera, vienen los puntos medios.

Entrevisté a un candidato de esos que usan la palabra “transformación” en su comunicación, que insisten en que es importante separar al poder económico del Poder Judicial, pero cuando le pregunté si no era igualmente importante separar al poder político del judicial (ya que él era militante de Morena), me contestó: “Cuando gane, renuncio a mi militancia (porque primero los pobres)”. Traten de no soltar la carcajada como lo hice yo. Como él, un montón, pero no todos. Algunos buscan conservar sus puestos en el Poder Judicial; otros ya formaban parte de su estructura y ahora quieren aprovechar la oportunidad de escalar de posición —lo que es completamente legítimo—; y otros tantos son abogados y abogadas respetables, con carreras interesantes, que quieren formar parte del Poder Judicial. Y sí, encontrarlos va a ser como buscar una aguja en un pajar. Con la diferencia de que cada ciudadano tendrá que buscar a más de treinta.

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