Por Pamela Cerdeira
Sabrina nunca había vivido algo así, la historia de 30 años que su familia había construido quedaba expuesta en la calle: muebles, una cama, mercancía, todo. El desalojo del predio en el que habían vivido y trabajado desde entonces era resultado de un dudoso proceso en el Tribunal Agrario. “Presentamos todas las pruebas, pero no tomaron nada en cuenta”, me dice Sabrina.
Era 1994 cuando los papás de Sabrina firmaron un contrato de arrendamiento con la señora Ana María Rendón; en éste había dos condiciones: que construyeran dos casitas dentro de la propiedad, una para que viviera ahí el hermano de Ana María y otra para la señora que siempre había cuidado de ellos, Andrea Sánchez.
Con el tiempo, los conflictos entre la familia de Sabrina y Mario Miranda Sánchez, hijo de Andrea Sánchez, fueron aumentando. La dueña del predio, Ana María, ingresó documentos en el 2010 al municipio de Tepoztlán declarando que Mario vivía en su propiedad sin su consentimiento y que no tenía autorización alguna para usar las áreas comunes como propias, rentar la propiedad o venderla. Pero Mario Miranda asegura que en 2017 obtuvo la posesión de toda la propiedad gracias a una sesión de derechos que consta en dos actas: una con la firma y huellas de Ana María (aunque la firma difiere de aquella en su credencial de elector), y otra que solo está firmada por su representante legal.
El 28 de agosto del 2025 la Comisión Permanente del Congreso fue el escenario de lo que bien podría haber sucedido en una cantina en medio de una discusión por equipos de fútbol. Mientras Alejandro Moreno empujaba a Gerardo Fernández Noroña, un hombre intentaba interponerse para proteger a Noroña, cuando Alejandro Moreno le dió un golpe y cayó al piso. Supimos más de él cuando momentos después apareció en una conferencia de prensa con un collarín y un improvisado cabestrillo que sujetaba a su brazo soportado por el cuello lastimado. Él es Emiliano González, el colaborador de Noroña que viajó a Italia.
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