Por Regina Reyes-Heroles
“Me van a hacer una mastectomía”, me dijo del otro lado del teléfono mi amiga Amaranta.
No supe qué contestar.
Su mensaje de audio se escuchaba lleno de tranquilidad, y me contaba, desde Nueva York, que al hacerse un chequeo general por el dolor en una rodilla había llegado al diagnóstico de cáncer de mama.
Conozco a Amaranta desde que tengo siete años de edad. Lo que le pasa a ella, me duele y me deja huella.
Unos meses más tarde hablo con ella porque ha publicado un libro, Y si pasa, no pasa nada. Tengo el libro en mis manos, no he podido más que darle una veloz leída, pero la conozco y sé de qué va, así que una de mis primeras preguntas es: ¿cómo enfrentar tantos cambios?, sin perder el temple.