Por Rita Alicia Rodríguez
Cada año en México, miles de jóvenes con la esperanza de acceder a la Educación Media Superior (EMS) enfrentan uno de los momentos más desafiantes de sus vidas: el rechazo.
Para muchos, eso implica conformarse con la opción educativa que haya disponible; para otros, asumir el costo de una colegiatura. Y para algunos más, significa abandonar la misión… ¿de quién?
¿De ellos, de sus familias o de un modelo educativo que, desde hace tiempo, necesitaba ser repensado y reconstruido desde diversos enfoques?
Lo que me parece profundamente triste y preocupante es que, si analizamos cómo se preparan muchos estudiantes para este tipo de pruebas, el proceso se reduce a cumplir con la acreditación de una materia más, como parte de una rutina de evaluación continua. ¿Acaso hemos perdido el sentido fundamental del conocimiento? Luego entonces, no debería sorprendernos el resultado.
El conocimiento (en cualquier disciplina) es un proceso. Y me viene a la mente una analogía que suele compartir mi papá, y que, a propósito de esto, me hace más sentido que nunca: “Lo que tú estudias te llega como cascada”. Con eso, él dejaba claro que aprender no es un acto inmediato ni mecánico. No se trata de memorizar para pasar un examen ni de cumplir por cumplir. Implica comprender, digerir la información, cuestionarla y, finalmente, ponerla en práctica. Eso es, en esencia, un proceso cognitivo.
Por otro lado, cuando se abren posibilidades que permiten acortar ese proceso (saltando etapas, simplificando contenidos o pagando por acreditaciones) la pregunta es inevitable: ¿dónde quedó el verdadero sentido del aprendizaje?
En medio de todo esto, también me inquieta la tendencia creciente de minimizar la esencia de ciertas disciplinas con argumentos como: “¿para qué aprender esto si no lo voy a aplicar?” No es raro entonces que haya quien confíe ciegamente en creadores de contenido que promocionan galletas “saludables” hechas con plátano y que aseguran no contienen nada de carbohidratos.
El estudio de disciplinas básicas es fundamental y es desconcertante cómo se ha perdido de vista que la EMS no es solo una etapa académica, sino una formación para la vida. Esta etapa permite desarrollar una visión metódica, crítica y experimental del entorno, habilidades indispensables para enfrentar los retos personales y profesionales.
La consultoría, estrategia y docencia en educación continua es uno de mis ejes profesionales, desde donde impulso la aplicación efectiva del conocimiento. Cuestiono las acreditaciones y contenidos sin fundamento y soy partidaria de la innovación. Creo en la comunión entre el conocimiento y su preparación para la aplicación práctica en el mundo real, pero también considero que no se puede disociar este proceso de la comprensión profunda de las áreas básicas que lo sustentan.
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