Por Rosa Covarrubias
En los espectáculos deportivos estamos acostumbrados a ver que arrojan objetos a la cancha en contra de los jugadores, una práctica fuera de lugar, pero muy común, pueden ser vasos de cerveza con o sin la bebida incluida, algunos inadaptados arrojan objetos que realmente pueden lesionar a las y los deportistas, como parte de las gradas, monedas, encendedores y algunos otros con tintes racistas.
Hay otras aficiones que lanzan objetos poco comunes, por ejemplo, el día que Luis Figo regresó al Camp Nou, casa del Barcelona, pero como jugador del Real Madrid, le arrojaron una cabeza de cerdo por haber cambiado de bando; un patín del diablo incendiado en un clásico entre el Inter y el Milán; conejos de color naranja muertos porque los aficionados del Omonia Nicosia así le apodan al Apoel.
En las últimas semanas, el basquetbol de la WNBA ha estado en el ojo del huracán, pero lamentablemente no es porque Caitlin Clark, A'ja Wilson, Alyssa Thomas, Sue Bird, Angel Reese, etc., estén jugando en su mejor nivel y las audiencias continúen en aumento, la razón: unos inadaptados que arrojan dildos a las duelas.
Para muchos, podría tratarse de una broma inocente, algo que no tendría porqué generar mayor encono, pero la realidad puede ir más allá.
El que los "pseudoaficionados" arrojen objetos sexuales a las duelas podría tener diversas connotaciones, primero, por ser mujeres y quizá, lo más grave, un tema homofóbico por las preferencias sexuales de la mayoría de las jugadoras.
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