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Por Rosa Covarrubias

Ser mujer y vivir del futbol era impensable hace apenas diez años.Si bien en gran parte del mundo existen ligas que se hacen llamar “profesionales” —solo por estar avaladas por sus respectivas federaciones—, la realidad es que pocas toman con seriedad su papel. Son contados los equipos que ofrecen a sus futbolistas un salario digno, uno que les permita realmente vivir de este deporte.

Por eso, pensar en un fichaje dentro del futbol femenil que superara el millón de dólares parecía, hasta hace poco, solo un sueño.Pero el año 2025 ha marcado un antes y un después: el 21 de agosto, una mexicana se convirtió en la jugadora más cara en la historia del futbol femenil.

Jacqueline Ovalle, aquella niña que hace una década viajaba desde Aguascalientes para probarse con la Selección, que jugó el Mundial Sub-17 en Jordania, que le marcó dos goles a Brasil en el Sub-20 de Francia 2018 y fue reconocida por la FIFA, la misma que se consolidó en Tigres y que se ha vuelto pieza clave en la Selección Mexicana Femenil… hoy es la futbolista del millón y medio de dólares.El Orlando Pride, equipo de la liga estadounidense, apostó por ella y pagó esa histórica cifra para hacerse de sus servicios.

Apenas en enero, el Chelsea sacudió el mercado de fichajes femenil al adquirir a la estadounidense Naomi Girma por 900 mil libras esterlinas, poco más de un millón de dólares. Girma, defensora de 24 años, hija de padres etíopes, se destacó en la NCAA, fue la primera selección del draft por San Diego Wave y luego dio el salto a Europa.

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