Por Rosa Covarrubias
En esta columna: Rosa Covarrubias nos comparte una crónica detallada de lo ocurrido en el Mundial Sub-17 a veinte años de una hazaña deportiva histórica en el balompié mexicano. ¿México estaba preparado para tener campeones del mundo juveniles? ¿Cómo evitar que volvamos a celebrar el éxito momentáneo sin sembrar futuro? Descúbrelo.
Han pasado dos décadas desde que una generación de adolescentes mexicanos asombró al mundo en Perú 2005. Aquella victoria histórica ante Brasil, en la final del Mundial Sub-17, no solo significó el primer título avalado por FIFA para el fútbol mexicano, sino que despertó una ola de optimismo pocas veces vista.
Era el nacimiento de una "generación dorada", decían. Un Giovani dos Santos surgido de las fuerzas básicas del Barcelona cargaba con la etiqueta del “nuevo Ronaldinho”; Carlos Vela, goleador del torneo, llamó la atención de visores internacionales y pronto emigró al fútbol europeo: el Arsenal lo fichó. Junto a ellos, nombres como César Villaluz, Héctor Moreno, Edgar Andrade, Efraín Juárez, Sergio Arias, Jorge Hernández, Patricio Araujo y Ever Guzmán completaban una plantilla que ilusionaba con un futuro brillante para el fútbol mexicano, especialmente en categorías mayores.
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