Por Rosa Covarrubias
Los padres siempre confían en el potencial de sus hijos. Son los primeros soñadores, los que imaginan futuros grandiosos cuando nadie más lo hace. Con su fe inquebrantable, nos impulsan a intentar lo imaginable y lo inimaginable. Quizá por eso hay historias que parecen escritas por el destino, donde la inspiración de una generación se transforma en el motor de la siguiente.
El 30 de septiembre de 2001, Nancy Llarely Contreras hizo historia al convertirse en la primera ciclista mexicana —hombre o mujer— en ganar un Campeonato Mundial. Ocurrió en Amberes, Bélgica, en la prueba de 500 metros contrarreloj. Su triunfo resonó en todo el país, marcando un antes y un después en el ciclismo mexicano.
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