Por Rosa Covarrubias

Los grandes eventos deportivos se han transformado, desde hace tiempo, en un artículo de lujo. En la mayoría de los casos, impagable para los seguidores más fieles. El futbol, por supuesto, no es la excepción.

El Mundial de 2026, además de ser el primero en la historia con 48 selecciones, también apunta a convertirse en el más costoso para quienes sueñan con vivirlo desde un estadio. Ya sea por las enormes distancias entre sedes, por la escasa cantidad de partidos asignados a México y Canadá o, simplemente, porque la FIFA ha perfeccionado su negocio redondo, la gallina de los huevos de oro vuelve a poner el precio… y no es bajo.

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