Lo que queremos de un o una president@ feminista

No hay cálculo posible del valor simbólico de que tengamos en México una presidenta mujer.

Lo que queremos de un o una president@ feminista
Sabina Berman
Por Sabina Berman
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No hay cálculo posible del valor simbólico de que tengamos en México una presidenta mujer. Sería una afirmación de la capacidad de lo femenino en cada cráneo y cada familia y cada escuela nacionales.

Pero que una mujer presida al país no garantiza una presidencia feminista. Y de ahí puede desprenderse el argumento de un candidato varón. No soy mujer, podrá decir, pero soy más feminista que las candidatas disponibles.

¿Pero qué quiere decir hoy ser feminista?

No es una respuesta sencilla. El feminismo hoy tiene al menos tres capas e importa hablar de cada una para poder apreciar la profundidad del feminismo que nos venderán sin duda los y las candidatas en el año 2024.

El feminismo progresista aspira a que las mujeres tengan en el actual sistema capitalista patriarcal las mismas oportunidades que un hombre y afirma que una mujer puede ser como un hombre.

Este es el feminismo individualista, buena onda y superficial, que encanta a los neoliberales, y que sin duda pregonarán todos y todas los candidatos, y que se complementa con la promesa de disminuir los crímenes contra las mujeres.

No está mal. Tampoco es un gran avance que entusiasme.  

La siguiente capa del feminismo afirma que es la sociedad la que debe cambiar para ser más femenina. El patriarcado debe desmantelarse en su estructura y el Estado debe convertirse en uno que atienda lo que las mujeres venimos atendiendo desde hace siglos y ha sido invisible.

A decir, el cuidado de los niños y las niñas, el cuidado de los enfermos, los débiles y los ancianos, la alimentación y la sanidad familiar y el trabajo doméstico.

Es decir, un presidente feminista en segundo grado, querría poner al mundo al revés. Eso que no era visible ni importaba, lo pondría en el primer plano de visibilidad y de responsabilidad del Estado.  

Este es el feminismo estructural que ya existe en varios países de Europa y despunta en otros de Latinoamérica, donde las guarderías, la remuneración del trabajo doméstico, la sanidad y otras atenciones “femeninas” ya son política pública.

A mí entender, este es el feminismo que las mujeres queremos.

Al tercer feminismo suele llamársele desde afuera utópico. Quienes lo viven desde adentro saben que no lo es. Es de cierto el feminismo que entraña mayores promesas para el ser humano y al mismo tiempo al que de forma individual se puede acceder sin la colaboración de nadie, ni el Estado ni los demás seres humanos.

Se trata del feminismo que pretende desmantelar completamente el patriarcado en lo social y/o en los cuerpos, para poner al mundo al revés –poner en primer lugar lo alimentario, la sanidad, el cuidado—y (este es el añadido al anterior feminismo) reconectar a los seres humanos con la Naturaleza.

Es el feminismo ecologista o radical.

No necesitamos leyes pergeñadas por los Hombres (ni las Mujeres), afirma este feminismo, necesitamos alinearnos a las leyes de la Naturaleza, las únicas reales.

Acá ya estamos fuera de la oferta política real. No habrá un candidat@ así de feminista en México en los próximos veinte años. Por desgracia.

En todo caso, vale la pena abrir el mapa de los posibles feminismos, para que las mujeres no nos conformemos con la oferta minúscula que pueda ofrecernos algun@ polític@ cuyo publicista le haya aconsejado autonombrarse feminista y le haya pasado una tarjeta donde solo esté escrito una frase.

Disminuir la violencia contra las mujeres. Se sobreentiende que esa deberá ser la primera exigencia de las mujeres a tod@s l@s candidatos a la presidencia. Más allá, hay mucho más.  Mucho más.

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@sabinaberman

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