Document
Por Sandra Romandía

“La libertad de prensa es la libertad de los que tienen prensa”. Esta célebre frase de A. J. Liebling retumba con ironía cruel frente al caso reciente en Campeche, donde el periodista Jorge Luis González Valdez fue vinculado a proceso penal por el presunto delito de “incitación a la violencia y al odio” en contra de la gobernadora morenista Layda Sansores. ¿Su crimen? Haber publicado —cuando aún era director del diario Tribuna— una serie de notas críticas sobre la mandataria y su gestión. Junto a él fue también vinculado Isidro Yerbes, representante legal de la Organización Editorial del Sureste. Ambos fueron denunciados por una diputada de Morena, lo cual da a este episodio un inconfundible aroma a vendetta política. Quizás sí, las publicaciones fueron hechas con adjetivos y tonos que yo no utilizaría en mi trabajo periodístico, pero ese no es el fondo del asunto.

El juez del caso aceptó los argumentos de la Fiscalía del estado, que alegó que las publicaciones del medio buscaban generar animadversión social hacia la gobernadora, configurando así una “incitación indirecta al odio”. El absurdo jurídico es evidente: bajo esa lógica, toda columna de opinión, todo editorial adverso o titular incómodo, podría ser interpretado como delito. El proceso avanza con medidas cautelares que obligan al periodista a firmar cada 30 días y le impiden salir del estado, mientras organizaciones como Artículo 19 y la Sociedad Interamericana de Prensa advierten que estamos frente a una peligrosa criminalización del ejercicio periodístico.

Y mientras en Campeche se judicializa el disenso, en Puebla florece una nueva modalidad del autoritarismo: el eufemismo legislativo. Se le ha llamado “Ley de Ciberseguridad”, pero en su espíritu y ejecución es una ley mordaza. La norma criminaliza la crítica en redes sociales con penas de hasta tres años de cárcel para quienes incurran en “insultos u ofensas”. Lo ambiguo del término “ofensa” es precisamente su arma más afilada: todo puede serlo cuando el poder se siente desnudo.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.