Por Sofia Guadarrama Collado
Mucho se ha discutido en estos días en diversas columnas, mesas de análisis y programas de radio, que, con la segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se derrumbó el sistema de gobierno estadounidense y las dinastías que los gobernaban: los Bush, los Clinton, los Obama, entre otros.
Los más fanáticos aseguran que, así como cayeron los imperios romano, mongol, otomano, chino, británico, español, francés y ruso, caerá el “imperio yanqui”, pero desde adentro. Los más ingenuos auguran que el sistema de gobierno estadounidense implosionará.
Dudo que eso ocurra. No por ahora. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca por segunda vez no es el fin del mundo. Ya lo vivimos y sufrimos cuatro años. Sí, ganó con una gran mayoría. Arrasó. Pero también lo hizo Ronald Riegan en 1984, en su reelección en la que ganó con 525 de 538 votos del Colegio Electoral. Aun así, los demócratas volverán a la Casa Blanca.Tal vez en ocho o 12 años, pero lo harán.
Mientras tanto, los millonarios de Estados Unidos están felices con el regreso de Trump, pues una de sus principales promesas es imponer una política proteccionista, con aranceles entre el 10 y 20 por ciento y en algunos casos hasta el 200.
De acuerdo con el Índice de Multimillonarios de Bloomberg: las 10 personas más ricas del mundo se hicieron más ricos con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Sus fortunas se incrementaron 64 mil millones de dólares. El más beneficiado fue Elon Musk, cuya fortuna aumentó 26 mil 500 millones de dólares. Hoy tiene 290 mil millones de dólares.
Lo mejor que le pudo haber pasado a Donald Trump en 2020 fue perder las elecciones. Primero porque el gobierno de Joe Biden se hizo cargo de las vacunas y de la crisis económica durante y después de la pandemia. Todo lo malo recayó en Biden y no en Trump. A él le tocó lo más fácil: juzgar al hombre que lo sacó de la casa blanca.
Donald Trump tuvo cuatro años para lamerse las heridas y para analizar qué hizo mal y qué podría hacer peor. Aunque en su lenguaje es qué podría hacer mejor. Tuvo cuatro años para martirizarse. Cuatro años para hacer campaña. Y así, es sumamente fácil ganar las elecciones. Pregúntenle a Andrés Manuel López Obrador y a Claudia Sheinbaum.
Otra de las principales promesas de campaña de Donald Trump fue cerrar la frontera, llevar a cabo la mayor deportación masiva de la historia, comenzando con un millón de migrantes ilegales, renegociar el T-MEC e invadir México si el gobierno de Claudia Sheinbaum no detiene el tráfico de drogas a los Estados Unidos.
Vamos por partes:
De acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional y el Instituto de Investigaciones Pew Research, actualmente en Estados Unidos viven 11 millones de migrantes indocumentados.
El presupuesto de Estados Unidos para la deportación de inmigrantes ilegales fue:
En 2016, $3.9 mil millones.
En 2017, $4.2 mil millones.
En 2018, $3.076 mil millones.
En 2019, $4.1 mil millones.
En 2020, $4.8 mil millones
En 2021, $5.4 mil millones
En 2022, $2.3 mil millones.
En 2023, $4.8 mil millones
Durante el gobierno de Bill Clinton, se deportaron más de 827,100 personas; en el de George W. Bush, 2 millones. Barack Obama, 3 millones. Trump 1.5 millones en 4 años. Biden deportó 1.1 millones. El promedio de deportaciones por año en los últimos tres gobiernos es de 375.000 deportaciones al año. Poco más de mil personas al día.
En el primer cuatrienio de Trump se invirtieron poco más de 16 mil millones de dólares para deportar 1.5 millones de personas.
Para lograr una deportación de masivas de un millón de indocumentados, el gobierno necesitaría invertir mínimo 16 mil millones de dólares en un año, cambiar las leyes en los estados santuario que no facilitan la deportación como Trump la desea y cuadruplicar el número de personal del United States Immigration and Customs Enforcement (ICE).
Las deportaciones en Estados Unidos no son tan sencillas. Toman tiempo. Por ejemplo, si un inmigrante es detenido cruzando la frontera, es deportado al día siguiente. Pero si el migrante dice que está buscando asilo o que su vida corre peligro en su país de origen, los agentes de inmigración están obligados a tramitarle una cita con el juez, el cual decidirá si el inmigrante es elegible para asilo político o no. A veces esto puede tomar una semana y en otras ocasiones puede tomar meses.
Durante la pandemia, se implementó el Título 42, una política, invocada por razones de salud pública, con lo cual las autoridades fronterizas podían negarles a inmigrantes la solicitud de asilo y expulsarlos de inmediato.
Si el inmigrante tiene cinco o diez años viviendo en Estados Unidos, puede solicitar ver al juez. Otra vez, lo mantienen detenido por semanas o meses, hasta que le den cita.
Por otra parte, las redadas en las calles y lugares de trabajo cada día son menos efectivas. Desde hace décadas, los empleadores han perfeccionado sus estrategias para evitar que los agentes de inmigración los sorprendan con redadas.
Es prácticamente imposible deportar a un millón de personas en un año. El sistema está colapsado. Donald Trump lo sabe. Pero como dicen en inglés: he’s just bluffing, «sólo está fanfarroneando».
Lo que sí es cierto es que Donald Trump puede ahorcar fácilmente al gobierno de Claudia Sheinbaum con la amenaza de cerrar la frontera, poner aranceles e invadir México si no endurece sus políticas contra el crimen organizado.
Por supuesto que Trump será un presidente más poderoso. Pero también Sheinbaum [López Obrador], de tal forma que las negociaciones serán mucho más fáciles. Hablan el mismo lenguaje. Trump es un negociador. Conseguirá lo que quiere: 40 mil o 60 mil agentes de la Guardia Nacional cuidando la frontera norte y sur de México para que no pasen los inmigrantes centroamericanos, un nuevo tratado de libre comercio que beneficie a Estados Unidos y le dé la espalda a China y quizá, no es muy seguro, pero, tal vez, una guerra contra el narco. Y a pesar de todo lo malo que se va a poner, para el actual gobierno de México, la llegada de Trump a la Casa Blanca es lo mejor que le pudo haber sucedido. En una de esas, hasta consiguen que les devuelvan a Ismael “el Mayo” Zambada. Si ya en una ocasión negociaron la liberación del general Salvador Cienfuegos…
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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