Por Sofía Guadarrama Collado
Hay autores que escriben para entretener. Otros, más ambiciosos, escriben para conmover. Y luego están Thomas Bernhard, Samuel Beckett, James Joyce, Marcel Proust, Thomas Wolfe, William Faulkner y László Krasznahorkai, que escriben para que nos cuestionemos si el mundo —este mundo que tenemos enfrente— merece seguir existiendo. Krasznahorkai escribe desde la penumbra.
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László Krasznahorkai, nacido en Gyula, Hungría —en pleno esplendor del comunismo gris, en ese año ominoso de 1954, cuando Europa aún olía a pólvora y a utopía fallida—, no es un autor que se lea, sino un autor que se sobrevive.
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