El casting de la prostituta

Que cuando yo entrara a castings o a reuniones del medio, mi único objetivo tenía que ser que todos quisieran cogerme, así con esas palabras.

El casting de la prostituta

Por Sofía Santibañez

La primera vez que fui a llevar material (fotos y CV) a Coco Levi, nos metió como a 8 personas a su oficina, y nos habló de lo importante que era mostrarnos en un estado vulnerable, que las fotos en las que salíamos “bien” no servían de nada. Nos pidió que le lleváramos fotos en las que nos viéramos mal, diéramos asco o mostráramos algo más de nosotros.

A mí esto me pareció bien, era un reto, así que me puse a trabajar en un personaje y una historia, y a la semana siguiente fui a verlo. Entré sola y le entregué las fotos. ¡Le encantaron! Me dijo que justamente a eso se refería, que me veía horrible en las fotos y que mostraba partes mías que en las otras hubiera sido difícil ver. Me dijo que ahora lo que quería, era verme SÚPER sexy, que justamente estaba en un proyecto en el que se necesitaba una prostituta, así que quería que fuera caracterizada como tal, y que llegara a su oficina en personaje, es decir, que además de ir con vestuario, tenía que actuar.

Yo sí iba a hacerlo, yo sí le creí, ya tenía planeada mi entrada y todo mi vestuario listo un día anterior, hasta nombre tenía mi personaje. Justamente en la noche recibí la llamada de una amiga (también actriz) que se había enterado que yo estaba yendo con Coco Levy a estos especie de castings, y me dijo “acabo de vivir una experiencia súper denigrante con este hombre, no se te ocurra ir y menos como prostituta, creo que sería exponerte a algo muy desagradable”.

Tomé la decisión de sí ir, pero no como prostituta, simplemente fui más arreglada de lo normal. Y aquí viene lo lamentable de todo esto. Entré a su oficina, me pidió que cerrara la puerta, él estaba sentado en su escritorio y me vio completita de los pies a la cabeza con esa mirada que todas conocemos, cuando literalmente te sientes violada. Se levantó, se acercó a mí, se me pegó lo suficiente como para que me empezaran a temblar las piernas, me acomodó el pelo atrás de la oreja y me dijo –con la boca muy cerca del oído– “no pues sí, estás muy bonita”, ni siquiera me acuerdo bien qué hice, si me reí de nervios o me fui directamente a sentar a la silla, tengo bloqueado ese momento.

Después continuó por 20 minutos en los que me dijo que se me tenía que quitar lo fresa y que “las niñas buenas se iban al cielo, pero que las malas se volvían las protagonistas de las telenovelas”. Que cuando yo entrara a castings o a reuniones del medio, mi único objetivo tenía que ser que todos quisieran cogerme, así con esas palabras.

Me dijo que lo dejaba a mi criterio y que podía volver las veces que fuera necesario para darle seguimiento, ahorita que lo estoy escribiendo nunca volvió a mencionar lo del casting de la prostituta.


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