Por Sonia Garza González*
Las empresas familiares son el corazón latente de muchas economías, donde se forjan historias de esfuerzo y tradición. Desde pequeños negocios locales hasta corporaciones globales, estas organizaciones se distinguen por la profunda conexión entre la familia y el negocio, un vínculo que puede ser su mayor fortaleza y, a la vez, su desafío más complejo. Hablar de empresas familiares es hablar de legado, pasión, así como de una relación entre los lazos afectivos y decisiones estratégicas. Les diré algunas prácticas que no son del todo positivas.
Uno de los mayores activos de una empresa familiar es una cultura organizacional que valora la estabilidad y la continuidad. Las empresas familiares a menudo se construyen sobre valores y principios transmitidos de generación en generación. Este sentido de propósito y herencia puede ser un poderoso motivador y un diferenciador clave en el mercado, creando una identidad de marca sólida y una conexión emocional con los clientes y la comunidad.
SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...