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Por Sonia Serrano Íñiguez 

Miedo, amenazas, agresiones. Tres palabras que describen la realidad que enfrentan las mujeres periodistas en México al realizar su trabajo y que se describe en el informe Las Formas del Asedio, violencia contra mujeres periodistas en el sexenio de López Obrador, coordinado por Comunicación e Información de la Mujer AC (Cimac), que desde hace 18 años documenta esta violencia.

Este informe nos lleva de la mano por un camino que recorremos todos los días quienes nos dedicamos al periodismo, solo que Cimac le pone números, lo conceptualiza, lo describe y nos invita a pensarlo y revisarlo en colectivo.

El informe nos habla de las agresiones registradas durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, gestión con 1,189 casos documentados de agresiones contra mujeres periodistas y que, según nos refieren, significan 117 por ciento más de los registrados durante la administración de Enrique Peña Nieto. El informe, como se señala en el texto, es una herramienta de memoria y exigencia, porque nos recuerda que “detrás de cada cifra hay una historia, una trayectoria, un cuerpo, una vida marcada por el miedo, la rabia, la dignidad y la resistencia”.

Para narrarnos lo ocurrido a lo largo del anterior sexenio, el encabezado por un presidente que dijo respetar la libertad de expresión, el informe nos habla de la violencia que se gestó desde el propio discurso presidencial de las conferencias de prensa matutinas, la violencia digital y su dimensión de género. Nos hace un análisis cualitativo y territorial de las agresiones documentadas por Cimac y, para cerrar, revisa el funcionamiento del mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas, desde la visión de quienes han requerido de este apoyo.

También nos habla de la esperanza que tendría que significar esa frase de llegamos todas, con la paridad hecha realidad en los espacios de poder y en especial la llegada de una mujer a la presidencia de la república. Sin embargo, de entrada, en el primer año del gobierno, el informe nos confirma que “los agresores siguen sin temblar porque la justicia continúa siendo un elefante echado”.

Ana San Vicente Juambelz se hizo cargo de revisar lo ocurrido desde las “mañaneras”, donde el lenguaje presidencial contribuyó a construir una dicotomía entre periodistas buenas y malas.

Nos explica que las “mañaneras”, ofertadas como una herramienta para difundir avances de gobierno y un intercambio entre prensa y mandatario, en la práctica tuvieron otros objetivos, como la deslegitimación, el  señalamiento directo y la confrontación política. 

Destaca detalles como la deslegitimación del oficio de las  periodistas independientes, impulsada por la autoridad con el uso de conceptos como “servil”, “al servicio de la oligarquía” o “de los conservadores”, para desacreditar a las periodistas y motivar la violencia de sus seguidores.

Cimac registró 468 casos de violencia institucional contra mujeres periodistas, de los que 47 ocurrieron en la “mañanera”; es decir, 10 por ciento. 

Rossana Reguillo, una académica honorable y admirable, ayudó en la revisión de un campo en el que se ha vuelto experta: las redes sociales. Esas redes sociales que también a ella la han agredido de manera violenta, también por asuntos de políticos.

Reguillo revisa un mundo que parece inofensivo, pero que con su violencia provoca un daño real. Reflexiona que tener una voz es una forma de exposición y que si esa voz proviene de una mujer periodista, el riesgo se multiplica. Lo que está en juego, enfatiza, “no es una opinión sino el derecho de las mujeres a participar en la construcción del debate público, a narrar el país, a investigar lo que se pretende ocultar. Y, sobre todo, a no ser rotas por ello”.

Nos aclara que la violencia en redes sociales “no se trata de hechos aislados, sino de una sistematicidad que se expresa en cifras, en tendencias y, sobre todo, en silencios forzados”, que “no deja huella física pero su impacto es demoledor”. Precisa que “las mujeres periodistas son atacadas tanto por lo que dicen, como por romper la expectativa de su lugar social”.

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