Por Sophia Huett
Durante años se ha repetido la idea de que cada vez hay más mujeres en el narcotráfico. Algunos lo leen como un síntoma de “empoderamiento criminal”, otros como consecuencia inevitable de la violencia que se expande por el país. La verdad, esa que aparece cuando dejamos de lado los mitos, está en los datos. Y los datos cuentan otra historia.
Las cifras recientes del INEGI son un recordatorio de que, en México, las mujeres no están escalando posiciones en el crimen organizado: están cayendo en él. Y lo están haciendo desde los peldaños más débiles, más visibles y más desprotegidos de toda la estructura delictiva.
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