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Por  Stephanie Henaro

Hay lugares donde el futuro se cocina a fuego lento. Y hay momentos en los que basta con estar ahí para entender que el mundo, tal como lo conocíamos, ha comenzado a cambiar. Estoy en Turquía, donde mañana arranca el Foro de Antalya, una cumbre diplomática que reunirá a jefes de Estado, cancilleres, analistas y estrategas de todos los rincones del planeta. Estoy donde se está por reescribir el mundo.

Y no es metáfora.

Mientras los reflectores internacionales se preparan para enfocar esta cumbre, en Washington, Donald Trump —ya no como ex presidente, sino como presidente en funciones— ha desatado una guerra de aranceles que sacude al planeta. A China le impone tarifas del 125%. A México, del 25% en más de la mitad de sus exportaciones. Turquía, desde donde escribo, ya intenta renegociar el 10% que le ha sido impuesto. Y esto apenas comienza.

Trump no regresó a la Casa Blanca para dialogar, sino para imponer. Su lógica es la del castigo, no la del pacto. Y el mundo lo sabe. Por eso llega al Foro de Antalya con un nuevo tono: el de la urgencia.

Este lunes fue llamado “negro” en los mercados internacionales. No por drama, sino por realidad. Las reglas del comercio global se tambalean. México intenta esquivar las represalias, pero no podrá evitar el golpe. El 25% afectará empleos, cadenas de suministro y confianza inversionista. Todo esto ocurre mientras otros países firman tratados, consolidan bloques y aseguran su lugar en el nuevo tablero.

Y nosotros, ¿dónde estamos?

Por eso es vital estar aquí. En Antalya no se repiten obviedades. Aquí se escuchará a los países que no suelen tener micrófono. Y se entenderá que el Sur Global ya no quiere ser espectador: quiere ser actor.

He conversado con diplomáticos, analistas y delegaciones que ya comienzan a llegar desde Asia Central, África y los Balcanes. Hay una conciencia compartida: nadie quiere quedar atrapado entre China y Estados Unidos. Todos buscan diversificar socios, fortalecer sus bloques y ganar margen de maniobra. La multipolaridad ya no es un eslogan: es una estrategia de supervivencia.

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Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.