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«No hubo policías, ni clientes, ni crueldades que me hicieran temer del modo en que temía a mi papá. En honor a la verdad, creo que él también sentía un miedo pavoroso por mí. Es posible que allí se geste el llanto de las travestis: en el terror mutuo entre el padre y la travesti cachorra».

No sé lo que significa tener un hijo, pero me imagino que, si hubiera decidido ser madre lo único que no habría hecho con ese ser, sería rechazarlo y mucho menos hacerle daño por miedo e ignorancia a descubrir quién era realmente.

Esta autobiografía ficcionada (si le podemos llamar así), lo mismo puede ser un hermoso cuento de hadas llena de polvos travestis, enamoramientos, lentejuelas, atuendos hermosos, risas y festines, así como un relato de terror lleno de dolor, abusos, prostitución, maltratos, falta de amor y sobre todo de muchísimo rechazo de la sociedad.

En muchos sentidos, Las malas es un libro revelador para quienes no sabemos nada o casi nada del mundo transgénero, porque por un lado Camila Sosa Villada narra su infancia rodeada de pobreza y carencias, comparte con los lectores cómo creció prácticamente sola, cómo al irse desarrollando notó que la naturaleza le dio un cuerpo equivocado y cómo se inició en un mundo secreto al que desde siempre quiso pertenecer, pero del que también desde siempre sintió vergüenza y miedo sobre todo a ser descubierta dentro de él.

Por otro lado, es una hermosa historia de arropo y solidaridad entre su manada, –como ella llama al grupo de travestis que conoció un día en un parque mientras trabajaban prostituyéndose– con quienes se sintió por primera vez en familia rodeada de amor y protegida y cuidada (algo completamente nuevo para ella) por la persona a quien más tributo le rinde para mi gusto en el texto, la tía Encarna.

«Cada uno de los golpes que se sumaban a los que nos habían propinado nuestros padres para revertirnos, para llevarnos de regreso al mundo de los normales, los correctos, los que forman familias y tienen hijos».

Claramente la primera parte, digamos cuando somos testigos de su rito de iniciación, es mucho más apegada a una triste biografía y las historias de su manada en la casa rosa están llenas de toques de ficción que no sé si fueron todos intencionales o si verdaderamente, como resultado de vivir de esa manera te hace recordar y escribir sobre tu vida fantaseando hasta con mujeres pájaro.

Por donde se vea, es un bellísimo reconocimiento y agradecimiento a quienes, junto con ella, transitaron esa brutal vida, y una lectura de esas que te hacen asombrarte por lo podrida que está la humanidad al grado de volvernos ciegos ante realidades tan crudas y, me parece que si algo logra al final es conmocionarnos y conmovernos por igual.

Qué valientes quienes se atreven a enfrentar al mundo teniendo que recibir golpes de todo tipo y agachando la cabeza pero logran finalmente ser felices en contra de todo y a pesar de todo.

¡Feliz marcha!

@parralina

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