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La lucha de las feministas yucatecas generó una oleada de críticas en los medios, sobre todo de La Capital.

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Veka Duncan

En 1922, un grupo de mujeres en Yucatán se propuso poner el tema de la planificación familiar en el debate público. Sus nombres eran Esperanza Velázquez Bringas y Margaret Sanger. Gracias a sus esfuerzos, a través de discursos públicos y la publicación de folletos, y el apoyo de Elvia Carrillo Puerto, el gobierno de su esposo, Felipe, despenalizó el aborto en aquel estado del sureste mexicano, siendo uno de los primeros lugares en el mundo donde las mujeres pudieron ejercer este derecho.

Ya desde las últimas décadas del siglo XIX, Yucatán se había convertido en un bastión del feminismo en nuestro país a través de la figura de Rita Cetina Gutiérrez, quien en 1870 fundó La Siempreviva, primera publicación escrita y editada completamente por mujeres en México. Para 1916, fue también en Yucatán donde se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista. A la luz de lo aguerrido de las mujeres de la península no sorprenden los avances que lograron en su exigencia por plenitud de derechos adquiridos en la década de los locos años 20. Tampoco sorprende que estas libertades sacudieran a las buenas conciencias del país.

La lucha de las feministas yucatecas generó una oleada de críticas en los medios, sobre todo de La Capital. El periódico Excélsior y su director Rafael Alducin impulsaron, por ejemplo, la instauración del Día de la Madre. En esta edición recuperamos la reacción de otro diario nacional, El Universal, en el cual se publicó una editorial que pretendió explicar a las mujeres mexicanas de 1923 qué es lo que debía ser el feminismo, sus exigencias y alcances.

@VekaDuncan

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