Document
Por Yazmín Alcalá Canto*

A principios de los años noventa, cuando era alumna de Medicina Veterinaria, uno de mis profesores nos relató un caso que aún conservo en la memoria. Describía que en la década de los 70, al examinar a un becerro con el ombligo inflamado, levantó la piel y se encontró con docenas de larvas vivas alimentándose del tejido. Colocó las fotografías que tomó en un carrusel de diapositivas y las comenzó a narrar. A la fecha no olvido esa historia porque fue entonces cuando comprendí que el parasitismo no era solo un tema de laboratorio, sino una realidad que podría impactar la vida de los animales y de quienes viven de ellos. 

Dicen que no hay enemigo pequeño y qué mejor ejemplo que una mosca que tiene la economía de México en jaque, pues puede convertirse en un gran problema. Se trata del gusano barrenador del ganado, Cochliomyia hominivorax. Su nombre suena técnico, pero sus consecuencias son concretas. Esta especie causa una de las miasis más agresivas y destructivas que puede afectar no solo al ganado, sino también a animales de compañía, fauna silvestre e incluso a las personas.

Todo comienza cuando la mosca detecta una herida fresca. Ahí deposita sus huevos. Las larvas que emergen no se alimentan de tejido muerto, como otras especies, sino de tejido vivo. Se introducen, muerden, avanzan. En pocos días alcanzan más de un centímetro y pueden causar lesiones profundas, con un impacto severo en el bienestar animal. Una vez maduras, caen al suelo, se entierran y completan su desarrollo como pupas. A los pocos días, nuevas moscas emergen, listas para comenzar de nuevo. Este ciclo puede completarse en dos semanas. 

Las consecuencias sanitarias y económicas son devastadoras. Las infecciones derivadas de esta gusanera, cuyo nombre médico es miasis, causan dolor, pérdida de peso, reducción en la producción e incluso la muerte de los animales. Los animales recién nacidos se encuentran en peligro en particular, ya que el ombligo aún abierto es un blanco ideal para la oviposición de las moscas. Para quienes trabajamos en salud animal, no se trata solo de estadísticas. Sabemos que una infestación así puede desequilibrar toda una unidad de producción, sin mencionar el sufrimiento que implica.

Además, este problema no se limita al ámbito rural. Se han documentado casos en perros, gatos y personas, especialmente en regiones marginadas con acceso limitado a servicios de salud. En hospitales de zonas tropicales se han atendido pacientes con larvas en heridas quirúrgicas, en cavidades nasales o auditivas, o incluso en los ojos. En estos contextos, la miasis no es solo una infestación, puede convertirse en un riesgo de vida.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.