Por Yohali Reséndiz
La gran pregunta es si las propuestas de reformas constitucionales impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador pueden llevarse a la práctica en este país con tanta corrupción e impunidad.
¿Cuántos millones de mexicanos sueñan con una sociedad libre en la que la ley impere y, claro, los derechos humanos se respeten?
Sin embargo, parece que en muchos casos dramáticos y dolorosos ocurridos en México no queremos aceptar cuán lejos pueden quedar la dignidad y la libertad del individuo, y que hoy es mucho menos la indignación y mucho más el silencio por conveniencia o apatía en muchos actores políticos y en la sociedad.
Para un solo hombre, las reformas son un capricho, una necedad, una conveniencia o una inspiración, -elija el que quiera,- y para los demás que habitan el país lo difícil será implementar aquello en lo que no se tiene ninguna experiencia práctica.