Por Yohali Reséndiz
Se ha hablado mucho de la baja participación en la elección judicial y, con ello, del rechazo que la ciudadanía expresó ante la forma de elegir jueces, magistrados y ministros.
Aun así, siguen tratando de justificar que con la bajísima participación se legitima la libertad de elección “que hizo el pueblo”.
Pero ahora nos enteramos de que ni siquiera fue el pueblo quien eligió, sino que la instrucción se dio al Instituto Nacional Electoral (INE) y al de la Ciudad de México (CDMX) para que sólo se contemplaran como ganadores a quienes fueron propuestos por el Poder Ejecutivo.
Y si no me creen, analicen la elección de los ministros: salvo las tres ministras que ya se encontraban en funciones —y que todos conocemos—, los otros seis ministros fueron propuestos por el Ejecutivo.
Y si bien esto podría parecer una coincidencia, los invito a revisar la página del Instituto Electoral de la CDMX. En sus cinco postulaciones del Comité de Disciplina, 34 magistraturas y 98 juzgados, en todos los casos el único ganador ha sido quien fue propuesto por el Poder Ejecutivo, con números que hasta este momento resultan avasalladores. Si seguimos analizando, el número de votos nulos casi es similar al de los votos computados.
Es demasiada coincidencia que “el pueblo sabio” haya tomado esta coincidente y “consciente” decisión, sin considerar que muchos de quienes van al frente ni siquiera hicieron campaña en el territorio que les fue asignado. Con ello se confirma la información que me compartieron: los votos habrían sido computados sólo a favor de un candidato en cada planilla, sin respetar los votos emitidos por la ciudadanía.
Si esta elección judicial ya estaba manchada, ahora no existe calificativo alguno para describir lo que se vive y respira en el Poder Judicial. Así que, mejor, usted, amable lector, saque su propia conclusión y respóndase:
¿A dónde vamos a parar?

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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