Document

Por Yohali Reséndiz

Hace varios años consulté un par de veces a un experto colombiano sobre mentes criminales. 

Apenas nos habíamos saludado cuando me adentró al tema de sopetón: “¿Sabías que en Estados Unidos, específicamente en el Gran Cañón de Colorado (Arizona) existe la salamandra tigre? me preguntó. 

Es un animal que es parte de una manada, pasivo pero cuando el agua o su alimento comienza a escasear, cuando las condiciones son difíciles de soportar, la salamandra tigre se transforma. Su cabeza y boca crecen y una fila nueva de dientes filosos aparece, eso le permite atacar y comer a otras salamandras y cuando todo vuelve  a la normalidad, su cabeza y boca regresan a su aspecto inicial y los dientes con los que comió a su igual, desaparecen y sigue su vida comiendo insectos” En este caso, la violencia de la salamandra tigre está justificada por la supervivencia, eso en cuanto al animal pero, ¿qué no justificamos exactamente lo mismo cuando un humano asesina?

“Ah es que su madre lo abandonó” “Sufría mucho de pequeño” “Su padre lo violaba” “De niño recibía muchos insultos en la escuela” 

¿No son esas justificaciones? 

¿Cuántos salamandra tigre (seres humanos) hay entre nosotros? donde la violencia la regula una cantidad interminable de estímulos que arrastra desde la infancia. 

¿Cuál es la raíz biológica para entender por qué algunas personas hacen daño voluntariamente y/o justificadamente a otras?

¿Quienes son violentos son necesariamente hijos de padres criminales o qué detona su conducta? 

Es verdad, los seres humanos debemos “sacar la casta”, es decir, tenemos que tener la astucia para defendernos, competir, subsistir o sobrevivir o simplemente llegar a la meta trazada en el día. Sin embargo, ¿solo cuando se cometen los crímenes y un experto lo atiende es cuándo puede saberse que disparó la agresión?  

¿En realidad, existe para ellos, los asesinos, un freno de mano? 

A qué se debe que el mensaje que envía el córtex frontal es ignorado: "Eh, con calma, estás furioso, herirla o matarla no es la solución, piénsalo mejor, piénsalo por un minuto, respira”. 

Entonces, es verdad que si ese mensaje es ignorado, ¿es ahí cuando el individuo se hace violento? 

Luego de reportear decenas de feminicidios o denuncias sobre abuso sexual, regreso al mismo punto: 

¿Usted piensa como yo que la prevención de la violencia es desde la infancia? 

¿Si sí, entonces, los padres son los responsables de detectar las alarmas “violentas” en los hijos? 

Considera que también los gobiernos deben sumar para que en las escuelas públicas y privadas se aborden estos temas dolorosos y preocupantes y se den herramientas integrales (terapia incluida) a los niños, niñas y adolescentes que se detectan con ciertos comportamientos “anormales” o hay que esperar a leer en las noticias: Es detenido el asesino serial: mató a 20 mujeres. 

¿Considera que las situaciones de bullying y maltrato infantil son las causantes de traumas en la vida adulta? 

Lo cierto es que el horror comienza cuando se escucha decir o se lee que el hombre señalado como asesino serial es una persona educada, agradable y amable en lo público, alguien incapaz de “matar una mosca”, ordenado, organizado, agradable, caballeroso….Mientras que, una vez que se conoce las acciones de su mente criminal se advierte que en lo privado es alguien totalmente distinto, desinhibido, depravado, perverso y determinante ante el miedo paralizante de su víctima. 

¿Entonces, cómo se le huye a un hombre encantador pero con una sobrecarga no visible de carencias que detonan en violencia pura? 

Recordé el ejemplo de la salamandra tigre porque así debe mirarse al hombre “normal” mutando en asesino. 

Claro, la salamandra tigre (animal) no engaña, no miente, no oculta, ni viola, ni maltrata mientras que el asesino serial sí.

✍🏻
@yohaliresendiz

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.