Lo que no se usa... expira

(Escribo en tercera persona mi relato, porque así, incluso yo, lo entiendo mejor. Esto es una parodia de mi propia vida).

Lo que no se usa... expira
Por Amparo de los Remedios
(Escribo en tercera persona mi relato, por que así, incluso yo, lo entiendo mejor. Esto es una parodia de mi propia vida)
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- ¡¿Qué se me perdió?!

- ¿Cómo que se te perdió?

- ¡Te digo que se me perdió!

- No puede ser que se te haya perdido, ¿la buscaste bien?

- ¡Que sí! Te digo, la busque en todos los rincones, rinconzotes y rinconcitos de la casa y, pues nada.

- ¡Pero si la tenías en una cajita de cristal, ¿Cómo se te pudo haber perdido?

- Pues ya sé, ya ni me digas porque ¿de dónde saco otra?, ya me amolé, tanto tiempo de guardarla para no poder usarla!

- ¡Ay! Si serás taruga. En estas épocas las virginidades están muy escasas y deja tú que no haya, lo caras que salen.

Siguiendo su conversación, entre sorbo y sorbo de té, puesto que el café es cosa del diablo y solo las mujeres de moral relajada lo toman, las hermanas Montesinos siguieron compartiendo sus angustias.

- Pero dime, Clarita, ¿qué voy a hacer si no la encuentro?

- Pues déjame pensarlo, Esperanza; por lo pronto hay que rezarle a todos los santos, a los muertos y ¡a quien se te ocurra!

- Tienes la boca retacada de razón, voy por los rosarios...

Acto seguido Esperanza Montesinos se levantó de su silla y se condujo a la recámara para sacar el par de rosarios que tanto las socorrían.

Pasaron 3 días y la virginidad de Esperanza no aparecía, revolvió toda la casa, el sótano, el ático y hasta el patio y nada, parecía que su virginidad se había esfumado o simplemente decidió irse de vacaciones sin dejar aviso.

Esperanza estaba más que desesperada…  una señorita como ella no podía perder algo así;  la virginidad se guarda en una cajita de cristal, una vez al mes se saca, se sacude y se lava cuidadosamente, se deja secar por 15 minutos y se vuelve a poner en la cajita; ella recordaba haber sacado a orear su virginidad no menos de 15 días y no recordaba haberla puesto en otro sitio que no fuera junto a su imagen de San Antonio. ¿Dónde, dónde podría estar su cajita de la virginidad? ¿Dónde?

Clarita Montesinos se encontraba preparando un té de pelos de elote, puesto que traía un poco inflamado el vientre, cuando su hermana entró a la cocina más preocupada que nunca…  ya habían pasado cinco días de la desaparición y ningún rastro de la cajita; se sentó pesadamente en una silla y empezó a sollozar.

-Calmate Espe - le dijo su hermana.

- Cómo quieres que me calme, si no la encuentro por ninguna parte; pues claro, como la tuya está sana y salva en su cajita, se te hace muy fácil pedirme que me calme- y siguió sollozando hasta que el pitido de la calentadera la sacó de sus ensimismamiento.

Clarita le ofreció una taza de té de tila para los nervios, algo que Esperanza rechazó. Clarita muy indignada se sirvió de ella y le dio la espalda.

Dedos y manos para los rosarios le hacían falta a Esperanza, rezaba rosario tras rosario, se encomendaba a cuanto santo conocía, ya nomas le faltaba encomendarse a "Santo, el enmascarado de Plata". Encontrándose rezando el décimo quinto rosario, se abrió estrepitosamente la puerta de la recámara,  entró Clarita con cara de espanto y se dejó caer a su lado.

-Clarita ¿qué te pasa?, en caridad de San Panuncio Penitente, ¿qué te pasa?, parece que has visto a un difunto.

-Algo peor Espe, figúrate que me terminé mi tecito de "pelos de elote" y pues hoy le tocaba lavada a la mía, y que abro la puerta del closet y no estaba, no está Espe.

En el acto Esperanza dejó caer su rosario y se arrodilló junto a su hermana y le dijo “Clarita ¡esto es cosa del lucifer!, es demasiada coincidencia que a las dos se nos haya desaparecido la virginidad.

Siguieron en sus sollozos cuando escucharon tremenda guasanga al frente de su casa. Las Montesinos se incorporaron y corrieron a la puerta de entrada , abrieron la pesada puerta de madera y se encontraron con un grupo de chicos que jugaban futbol, pero en vez de pelota pateaban las cajitas de la virginidad.

Clarita fue la primera en reaccionar.

- ¡Niños del demonio! ¿de dónde sacaron estas cajitas?

- Pues ahí estaban tiradas Seño Clarita, en la puerta de su casa.

-Como si eso fuera cierto, traigan acá- dijo, y recogió ambas cajitas de la tierra. Se metieron en la casa donde les quitó la tierra y le entregó a Esperanza la suya. Lentamente abrieron las cajitas y para sorpresa de ambas, en lugar de su preciada y guardaba virginidad había una nota que decía: "Objeto caducado, para mayores informes marque 1-800- sedebedeusar".


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