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Por Claudia Pérez Atamoros

¿Qué pedo wey? ¡Deja de estar chingando!

Tercer y último eslabón de la santa triada del idioma mexicano. El güey como personaje existencial, concepto cultural y comodín emocional.

En México no necesitas nombre para existir. Basta con que alguien te diga “¡wey!” y ya entraste al círculo sagrado de la confianza, la burla o el aprecio. Porque aquí “wey” no es una palabra: es una forma de relación afectiva, una declaración de estilo, un grito del alma colectiva. “Wey” puede ser compa, enemigo, pareja, desconocido o… hasta el mesero, “oye wey”. 

Es la piedra angular del compañerismo o del insulto.

Todo depende del tono.

Está el “wey” tierno o retador: —“Ay wey, ¿viste cómo me miró?”; “¿qué me ves wey?”

El del susto:  —“¡Wey, no mames, se cayó el techo!”

 El “wey” apocalíptico: —“¡Ya valió verga, wey!”

También hay un wey pal wey jodido: Mira a ese pobre wey

Y luego está el “wey” que aparece de madrugada, tras una peda fenomenal:

—¡Te quiero un chingo wey!”

Oigan, pero de dónde nos viene la güeyada, ¿de dónde rayos salió el wey?

Dicen los puristas que viene de “buey”, como sinónimo de animal de carga o cornudo resignado. Pero no, porque el wey moderno, nuestro wey, ya no es ganado: es tribu, guía verbal. Es identidad. Es la pura neta y no existe en otro idioma, se puede tratar de traducir como “man”, “bro”, “compa”, pero cualquiera se queda corta. Porque “wey” es más versátil que el aguacate: va con todo y se usa para todo. Sirve para reír, llorar, brindar, reclamar, amar, admirar, ofender y rematar cualquier conversación que se volvió incómoda: “¡ah, ya wey!”.

Llamarse “wey” entre amigos es como sellar una hermandad más allá de lo carnal.

Y no importa si eres doctora, taxista, diseñadora, albañil, artista o diputada:

el “wey” no discrimina. ¿O acaso crees que las ñoras de Polanco no se avientan su —wey, neta no puedo con esta señora?

Las morras también se dicen “wey” entre sí, y lo hacen con más estilo, más emoción y más alcance. Incluso lo hacen más íntimo. Porque “wey” también es empoderamiento…—“Wey, me bajó, pero ni modo, seguimos perras.”

“Wey” es conectividad directa y absoluta. Es red de pesca emocional. Un “wey” lo dice todo. Es verbo, sujeto y complemento. 

Güeyes pa´todos, ¡cómo no!

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