Por Frida Mendoza

“Estamos más cerca de las bombas que de tener acceso al agua en todo México”, leí en una de las publicaciones de mi brillante colega Arantza García en referencia a una publicación de La Jornada donde se informaba que el gobierno de Oaxaca adquirió armamento israelí para sus policías estatales que leí con tristeza. Diría Dewey en la serie de Malcolm, el de en medio: no esperaba nada de ustedes pero aún así logran decepcionarme.
Por surreal que parezca, mientras La Jornada reportaba el trastabilleo del gobierno oaxaqueño para justificar la compra de 75 fusiles semiautomáticos de la marca Israel Weapon Industries, mismos que son utilizados en las "maniobras terrestres" que el ejército israelí usa en la Franja de Gaza -un lugar en el que aproximadamente 64 mil palestinos han sido asesinados según estimaciones del Ministerio de Salud de Gaza-, el presidente español Pedro Sánchez anunciaba nueve medidas para ejercer presión contra el gobierno de Israel para que el genocidio en Gaza termine entre las cuales está la creación de un decreto que consolide jurídicamente el embargo de armas y establezca la prohibición legal de comprar y vender armamento, municiones y equipo militar a dicho país. ¿Vaya contraste, no?
España no es el primero en suspender la compra de armamento a Israel. Otro país europeo que anunció esta medida fue Eslovenia en agosto de este año y en ese mismo mes, Alemania anunció que "hasta nuevo aviso" suspendería la exportación de armas a Israel.
Escuchar al presidente español me provocó una serie de sentimientos encontrados pues si bien dijo que sabe que sus medidas no bastan para frenar la invasión y los crímenes de guerra, pero presionar a Netanyahu es importante pues lo que está ocurriendo ya no se trata de una defensa de su ciudadanía, sino que está exterminando a un pueblo que está indefenso, perpetrando una oleada de ocupaciones ilegales. ¿Qué pasaría si todos los países siguieran su ejemplo? ¿De qué lado de la historia estamos?
Y es entonces cuando quisiera regresar a nuestro país de contrastes en el que en el lapso de una semana escuché a la presidenta negar que haya apoyo directo a los connacionales que viajan en la flotilla que navega por aguas internacionales para llevar ayuda humanitaria a Gaza pero asegura que su postura neutral busca la paz ante cualquier conflicto… ¿en serio?
Las noticias en torno a Gaza no paran: cada vez más personajes públicos se posicionan y reconocen lo obvio; hablan de hambruna, de genocidio, de equivalencias que tratan de dimensionar los números terribles en torno a las infancias, periodistas, mujeres y hombres civiles asesinados… cuántas vidas arrebatadas injustamente. Sindicatos se posicionan, civiles navegan, y pocos gobiernos reaccionan.
¿Qué pasó México? ¿Ser humanista es ser omiso? ¿Buscar paz es mantener relaciones diplomáticas con un gobierno al que poco le importa la excusa con la que inició el exterminio de una población a la que hoy día comer un dátil después de meses viviendo de té representa un lujo?
Un gobierno que busca la paz no cooperaría con el financiamiento a empresas que arman a soldados que matan civiles, a infancias, sin tocarse el corazón; porque eso representa hoy día comprar armamento.
El caso de Oaxaca no es aislado y, de hecho, es una muestra de que la cooperación militar entre México e Israel se mantiene. De acuerdo con el informe Comercio Mortal, realizado por una coalición internacional de organizaciones de derechos humanos en 2020, entre 2006 y 2018 la empresa Israel Weapons Industries (la misma que hizo una venta reciente al gobierno de Oaxaca) vendió a México 23 mil 772 armas pequeñas y fusiles de asalto de grado militar —valoradas en 34 millones de euros—, destinadas a fuerzas policiales estatales y municipales. De estas, más de 2 mil 600 fusiles de asalto terminaron en manos de los cárteles, mismos que según diversos medios han reportado, han sido entrenados por fuerzas israelíes.
Otro dato que llama la atención de este informe es cómo, desde los años setenta durante la llamada Guerra Sucia y en los noventa con el levantamiento zapatista, Israel entrenó a fuerzas mexicanas utilizando tácticas de represión desarrolladas durante la Primera Intifada en Palestina. Incluso se introdujo el sistema de puestos de control, empleado por Israel en Cisjordania y Gaza, como herramienta de control social… pero ahora en Chiapas.
Y las capacitaciones oficiales también continuaron. En 2022 y 2023 con Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, confirmó en sus redes que la cooperación para capacitar policías continúa y lo verifiqué mediante una solicitud de información. En mayo de 2024, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México me respondió desde la Dirección de Asuntos Internacionales a la solicitud SSC/DAI/372/2024 que el gobierno israelí sí capacitó a dos elementos durante 20 días en 2022 y 19 días en 2023.
¿Cuánta humanidad puede tener un gobierno que acepta ser capacitado por elementos de un país que, por ejemplo, dispara 355 veces desde tanques al automóvil particular de una familia que intentaba huir? Sí, hoy en México vive una familia refugiada de Gaza en la capital pero la realidad es que son miles los que intentan huir y pocos lo logran, ese apoyo es mínimo si dimensionamos la falta de pronunciamientos.
Leer sobre Gaza duele y duele mucho. Duele leer historias de hambruna o ver a una niña que fue obligada a salir de su país decir en el Zócalo capitalino frente a 180 mil personas las primeras palabras que aprendió en español: “paren el genocidio”, claro que es potente y no puedo dejar de pensar que en unos días saldrá la presidenta frente a esa misma plaza y que seguramente celebrará entre sus arengas “la autonomía de los pueblos”... ¿de verdad?
Pedirle a México que reaccione humanamente y rompa relaciones con un gobierno genocida no borra en absoluto las exigencias de justicia por los desaparecidos, por el año que cumple Sinaloa en una guerra atroz, por toda la violencia que también debe cesar aquí y que indirectamente tiene un vínculo si se mantienen relaciones comerciales. Mirando de cerca, exigir justicia para Gaza es pedir justicia para todos, es pedir un alto a la violencia y que quienes tienen un mayor rango de acción y presión lo ejerzan.
Porque de eso, justamente, trata la humanidad.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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