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Por Gabriela de la Riva
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Algunas marcas mexicanas dicen más de nosotros que un informe presidencial  y ¡van más allá de la nostalgia!

En la primera entrega de esta serie inspirada en México Rifado 2.0 hablamos de ciudadanos rifados: la jefa de albañiles en Toluca, las mecánicas de Cancún, la ingeniera maya que construye tecnología sustentable desde la tradición. Historias mínimas y gigantes al mismo tiempo, donde el futuro no se hereda sino que se fabrica con coraje.

Ahora toca hablar de marcas. Sí, esas presencias que parecen sólo comerciales, pero que en realidad son espejos culturales. En México, una cerveza puede ser más sincera que un discurso político, una botarga puede representar más inclusión que un programa social y una botana enchilada puede volverse embajadora global de nuestra irreverencia juvenil.

Algunas marcas que son radiografía del país

  • Takis, la botana que se volvió grito global: un polvo enchilado que nos recuerda que ser jóvenes en México es aprender a resistir el fuego y reírse de él.
  • Victoria, que entendió que la identidad no es souvenir, sino memoria viva: campañas que celebran el Día de Muertos o la diversidad, sin folclor barato.
  • Farmacias Similares, con el Dr. Simi que baila lo mismo en la colonia Doctores que en Hollywood. Un recordatorio de que la salud y la alegría son derechos, no lujos.
  • Kavak, el unicornio de los autos seminuevos: transparencia digital como vacuna contra la tranza.
  • Mercado Libre México, que nos enseñó que la confianza se construye cumpliendo lo prometido, aunque sea en 24 horas de entrega.
  • Cinépolis, ritual de oscuridad compartida que nos recuerda que, al menos por dos horas, todavía podemos mirar juntos la misma pantalla.
  • Oxxo, la tienda que colonizó la esquina: pagos, cafés y recargas que hacen de lo cotidiano una red de supervivencia y festejo.
  • Miniso México, Japón reinventado en clave mexicana: gadgets aspiracionales a 99 pesos para una clase media que se ríe de su propio deseo de modernidad.
  • Yakult, el frasquito convertido en religión: la fe colectiva en que un probiótico puede ordenar el caos interior.
  • Volaris, que democratizó los cielos, recordándonos que la inclusión sin calidad es sólo promesa a medias.
  • BBB que se niega a pobretear con precio y busca elogiar tu ser “listo” con valor y complicidad.
  • Lala, la leche convertida en branding líquido: tradición envuelta en envase global.
  • La Comer, donde un jitomate rojo y fresco se vuelve manifiesto contra lo rancio y la desconfianza.

Lo que nos enseñan estas marcas

Las lecciones no son sólo para empresarios o expertos en marketing. Estas marcas emergentes también interpelan a la sociedad civil:

  • De Victoria aprendemos que la identidad se defiende con orgullo y no con nostalgia. Que el pasado es valioso sólo si se vuelve presente.
  • De Farmacias Similares, que la inclusión se logra con humor y cercanía: hasta una botarga puede ser símbolo de dignidad.
  • De Mercado Libre, que la confianza se construye en lo pequeño: cumplir lo prometido, aunque sea entregar un paquete, es más revolucionario que cualquier slogan.
  • De Takis, que la irreverencia juvenil no es un defecto, sino un activo cultural que puede cruzar fronteras.
  • De Cinépolis, que todavía es posible reunirnos en un mismo espacio y mirar juntos, a pesar de la polarización.

Las marcas, al final, nos dicen lo que muchas veces olvidamos: que la cultura también se juega en lo cotidiano. En un frasquito, en una esquina, en una bolsa de botanas.

El aprendizaje es simple y radical: rifarse no es hacer grandes gestas, sino convertir lo ordinario en posibilidad.

Si una farmacia de barrio puede bailar en los Oscar, ¿qué no podemos hacer nosotros como ciudadanos? Si un jitomate fresco en La Comer puede ser acto político, ¿qué significa exigir transparencia en lo público? Si una botana enchilada puede viajar de Ecatepec a Tokio, ¿por qué no podría hacerlo también nuestra creatividad social?

México Rifado 2.0 no habla de héroes abstractos, sino de gestos concretos. Y las marcas emergentes nos recuerdan que en cada esquina, en cada carrito del súper, en cada app de delivery, está la posibilidad de inventar un país más congruente.

Porque al final, el reto es el mismo para todos:

Para las marcas: Rífate o desaparece.

Para la sociedad civil: El futuro no se hereda: se construye rifándonos

✍🏻
@delarivaG

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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