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Por Leticia González

Ni la lluvia, ni la noche, ni los bastones, ni las sillas de ruedas disuadieron a ninguno de conseguir su boleto. Puntuales, comenzaron a subir la escalera de piedra sin barandal, con pasos frágiles, acompañados por asistentes, enfermeros, una amiga de su rodada o algún hijo solícito. Era 4 de junio de 2025 y llegaban con maquillajes de otro siglo, sombreros y abrigos con olor a ropero. Uno a uno llenaron la explanada del Auditorio Nacional, hicieron escala en el bar, y luego tomaron la ruta oscura, empinada y desafiante, hasta encontrar su butaca.

Esta vez no se trataba solo de un concierto: era un reencuentro con la memoria de otros tiempos. Mejores, sin duda. El primer afecto desde el escenario fue el de Coque Muñiz, autor intelectual del merecido tributo, con la buena vibra y el ingenio que lo caracterizan. Se ríe de sí mismo por aquel tropiezo con el himno, se conmueve al dimensionar la magnitud del evento, canta solo o con quien sea. Lo acompañaba la orquesta y la numerosa familia, algunos herederos de una voz privilegiada, todos con una elegancia no hurtada. 

La anfitriona no podía ser otra que Verónica Castro, con “aquellos tus ojazos” aún intactos, el cabello en tono plata y una hermosa túnica blanca bordada. Fuera de cámaras desde hace tiempo, venció unos nervios traicioneros en cuanto Coque evocó aquellos programas con los que nos desvelamos y recordó aquella vez en que Raphael enfermó y, para su suerte, él fue el bateador emergente.

En la pantalla se intercalaban imágenes en blanco y negro de Marco y de la ciudad de entonces: cuando cantaba con los Tres Ases, luego como solista; la XEW y su tumulto de jovencitas con libreta y pluma en la banqueta; su nombre en la marquesina del Teatro Blanquita junto al de Irma Serrano, Thelma Tixou y María Victoria; el Manolo Fábregas, el café La Habana, Ciudad Universitaria con chicas de tobilleras y faldas amplias cuadriculadas, los tranvías. Treinta películas, quinientas canciones, casi ochenta discos, premios incontables, giras mundiales. Setenta años de trayectoria. Perdón.

Cantamos todas las canciones, junto a un elenco de ensueño: Tania Libertad y Ednita Nazario; Carlos Cuevas, Gilberto Santa Rosa, los imprescindibles Emmanuel y Mijares – todo un figurín con pajarita al cuello-.

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