Por Marcelina Bautista
En México, más de 2.4 millones de personas se dedican al trabajo del hogar remunerado, de las cuales alrededor del 90% son mujeres. La mayoría provienen de contextos de pobreza, marginación o discriminación estructural y encuentran en esta ocupación una forma de subsistencia. Sin embargo, el trabajo que realizan está lejos de ser reconocido, protegido y valorado como lo que realmente es: trabajo de cuidados indispensable para el bienestar de las familias empleadoras, para el funcionamiento de la sociedad y para la economía nacional.Las personas trabajadoras del hogar asumen diariamente múltiples roles que trascienden la simple limpieza: se convierten en cuidadoras, maestras, psicólogas, doctoras improvisadas, cocineras, consejeras y niñeras. Sin embargo, su labor no cuenta con los derechos laborales básicos que establece la ley, ni con la seguridad social obligatoria que debería garantizarles protección frente a enfermedades, accidentes o vejez. Con este artículo busco visibilizar la importancia del trabajo de cuidados que realizan las personas trabajadoras del hogar, analizar cómo impacta en la vida de las familias empleadoras, y reflexionar sobre la urgencia de incluir a este sector en la agenda pública y en el sistema nacional de cuidados, reconociéndolas como actoras clave en el desarrollo social y económico de México.
1. El trabajo de cuidados en el hogar: más que limpiar y cocinar
Cuando se habla del trabajo del hogar remunerado, suele pensarse únicamente en actividades como barrer, trapear, lavar ropa o cocinar. Sin embargo, esta visión reducida ignora la verdadera magnitud del trabajo de cuidados que realizan día a día las trabajadoras del hogar.Ellas cumplen funciones que en cualquier otro sector de servicios tendrían una valoración económica, formación específica y remuneración diferenciada. Entre esas actividades se encuentran:- Cuidado de menores: alimentación, higiene, acompañamiento escolar, estimulación temprana, apoyo en tareas, juegos y seguridad emocional.- Cuidado de personas enfermas o adultas mayores: administración de medicamentos, acompañamiento a consultas médicas, alimentación especial, movilidad y compañía afectiva.- Apoyo emocional y social: muchas veces las trabajadoras escuchan, aconsejan y acompañan a integrantes de la familia, convirtiéndose en una especie de psicólogas sin título.- Educación informal: en el trato cotidiano con niñas y niños, transmiten valores, hábitos y conocimientos básicos, ejerciendo un rol similar al de las maestras.- Atención a la salud cotidiana: identificar síntomas, dar remedios caseros o primeros auxilios, lo que las coloca en un papel cercano al de enfermeras.- Organización del hogar: también asumen la gestión de tiempos, compras, administración de alimentos, limpieza y orden, que son la base para que las familias puedan concentrarse en sus empleos u otras actividades.Es decir, las personas trabajadoras del hogar sostienen la vida. Gracias a ellas, miles de mujeres y hombres empleadores pueden salir a trabajar, estudiar o desarrollarse profesionalmente, con la confianza de que alguien cuida lo más valioso: su hogar, su familia y su propio bienestar.
2. La incongruencia de los cuidados: se exige todo, pero se reconoce poco
Pese a la enorme responsabilidad que recae en las trabajadoras del hogar, su trabajo se sigue considerando “no calificado”, “auxiliar” o “natural” de las mujeres. Esto deriva en una paradoja: se les exige conocimiento y habilidades múltiples, pero sin capacitación formal, sin contratos y sin un salario justo.Muchas veces, las empleadoras demandan que sepan cocinar platillos específicos, cuidar bebés con conocimientos médicos, tener paciencia pedagógica con los niños, ser discretas, mantener la casa impecable y estar disponibles de tiempo completo. Sin embargo, si la trabajadora no cumple con todas esas expectativas, se justifica pagarle menos o incluso despedirla sin indemnización.En palabras sencillas: se les exige como profesionales, pero se les paga como si no lo fueran.
3. El papel de las personas empleadoras: obligaciones incumplidas
El marco jurídico mexicano es claro:- La Ley Federal del Trabajo reconoce a las personas trabajadoras del hogar como parte de la población asalariada y con derechos plenos.- El Convenio 189 de la OIT, ratificado por México, establece la obligación de garantizar condiciones laborales justas y dignas.- El Convenio 190 de la OIT protege contra la violencia y el acoso en el ámbito laboral.- La reforma que creó el Capítulo XIII de la Ley del Seguro Social establece la afiliación obligatoria de las trabajadoras del hogar al IMSS.Sin embargo, en la práctica, la mayoría de las personas empleadoras desconocen o prefieren ignorar estas normas. No formalizan la relación laboral, no registran a las trabajadoras en la seguridad social y continúan pagando salarios bajos, sin prestaciones ni contratos escritos.Al actuar de esta manera, las personas empleadoras no solo incumplen la ley, también niegan a las personas trabajadoras el derecho a ser cuidadas: sin seguridad social, no tienen acceso garantizado a servicios médicos, guarderías, incapacidades, pensiones o un retiro digno.
SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...