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Por María Cristina Montejo Briceño*
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La salud no es solo la ausencia de enfermedades. Es bienestar físico, mental y social, como lo define la Organización Mundial de la Salud. Pero, ¿qué implica esto en la vida real? Que nuestra salud está influenciada por factores como el acceso a servicios médicos, la seguridad, los ingresos, la diversidad cultural, el acceso a la información, la infraestructura pública y, de forma particular, del tejido comunitario. No basta con que existan hospitales si la gente no puede acceder a ellos por falta de transporte o porque no hay suficientes médicos.

La pandemia nos mostró nuestras debilidades y fortalezas

Antes de la pandemia de COVID-19, la fragilidad del sistema de salud en México ya era evidente. Sin embargo, la crisis sanitaria lo dejó claro de una forma dolorosa: hospitales saturados, desabasto de medicamentos y personas que no pudieron recibir atención. Pero también nos enseñó algo poderoso: la organización comunitaria fue clave para la supervivencia. En muchas comunidades, la gente se organizó para compartir alimentos, cuidar a enfermos y generar redes de apoyo ante la incertidumbre.

El 7 de abril y los desafíos en salud materna

Cada 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha para reflexionar sobre los desafíos que enfrentamos. En 2025, el enfoque será la salud materna y neonatal. En México, la realidad es alarmante: hasta agosto de 2024, se habían registrado 312 muertes maternas, de acuerdo con la Dirección General de Epidemiología. Esto significa que cientos de mujeres murieron por causas evitables, a veces por falta de acceso a atención médica oportuna y, en otras, las violencias, la falta de información y el transporte propiciaron estas pérdidas.

La pérdida del tejido social y su impacto en la salud

Un reto adicional en la lucha por la salud es la pérdida del tejido social, que ha afectado profundamente a las comunidades. Ante la adversidad, muchas personas se encuentran solas al momento de enfrentar enfermedades y, lo que es más grave, en los cuidados de salud. La falta de redes de apoyo en el entorno cercano, la ausencia de quienes estén al pendiente de nuestra salud, o incluso el simple acompañamiento emocional, son factores que incrementan la vulnerabilidad. Esto es particularmente cierto en casos de salud materna, donde las madres enfrentan dificultades para acceder a la atención adecuada y carecen de apoyo, aumentando el riesgo de complicaciones. La construcción de una salud colectiva y comunitaria es urgente, ya que no solo se trata de recibir atención, sino de estar acompañadas y acompañados en los momentos difíciles, desde un entendimiento más amplio de la salud que comprende aspectos físicos, emocionales, interpersonales y hasta espirituales, que nos permitan abonar al bienestar de las personas a nuestro alrededor.

IMSS-Bienestar: un nuevo modelo con retos pendientes

Desde el sexenio pasado, el gobierno federal planteó a IMSS-Bienestar como el modelo para garantizar la atención médica gratuita en al menos 23 estados, sustituyendo al Seguro Popular y al Instituto de Salud para el Bienestar. Este cambio busca mejorar la inclusión y accesibilidad de los servicios de salud, pero enfrenta grandes desafíos: abasto de medicamentos, infraestructura insuficiente o deteriorada, recursos humanos, tensiones sindicales y la necesidad de garantizar calidad en la atención en estas circunstancias.

De un modelo de atención a uno de construcción colectiva de salud

Es fundamental que dejemos atrás un modelo de atención centrado solo en el tratamiento de enfermedades y nos movamos hacia uno que construya salud colectivamente. Este modelo debe centrarse en el bienestar de todas las personas, promoviendo la colaboración y el apoyo mutuo. Necesitamos estar pendientes unas y unos de otros, tanto en el ámbito físico como emocional, para garantizar una salud más integral y accesible.

Junto con esto, debemos caminar hacia la revalorización del conocimiento tradicional, que a lo largo de los siglos ha sido una fuente esencial para el cuidado de la salud en nuestras comunidades. Muchos países han integrado sus saberes ancestrales de salud en sus sistemas médicos como parte de un enfoque culturalmente adecuado, lo que ha demostrado ser beneficioso para la población. Recuperar y honrar este conocimiento puede ser una herramienta poderosa para el fortalecimiento de nuestra salud colectiva, promoviendo prácticas que no solo son efectivas, sino también respetuosas de nuestras culturas y tradiciones, de manera que nos reapropiemos de este legado.

La clave: la organización comunitaria en salud

A pesar de los retos, hay un aspecto esperanzador: la participación ciudadana a través de los Comités de Salud y Bienestar (COSABI). Estos comités permiten que las comunidades se involucren en la gestión de sus centros de salud, mejoren la calidad de los servicios y exijan que el sistema responda a sus necesidades. Además, a través del programa La Clínica es Nuestra, se han destinado recursos directamente a las comunidades para mejorar instalaciones y equipamiento.

Los COSABI representan una oportunidad para que la salud no sea solo una política gubernamental, sino un ejercicio de corresponsabilidad entre la ciudadanía y los servicios médicos. En los próximos meses, en 24 estados del país se abrirán convocatorias para integrar nuevos comités de centros de salud y otros espacios del primer nivel de atención. Esta es una invitación a sumarse, a co-construir los servicios de salud que necesitamos y a exigir que se garantice el derecho a la salud con calidad y dignidad para todas las personas.

Porque la salud no es solo un derecho en papel, sino una realidad que debemos construir juntas y juntos.

*María Cristina Montejo Briceño es mujer  maya, psicóloga y maestra en salud pública. Integrante de Ajal Yaakun Asociación Civil y Jefa de Departamento de Acción Comunitaria de IMSS Bienestar Quintana Roo. 


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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