Por Marilú Acosta
Mientras que el corazón de un humano adulto latió entre 60 y 100 latidos por minuto en el año 2019, durante ese mismo minuto murieron 35 personas por problemas relacionados con el corazón y el sistema vascular. Estos problemas han sido la principal causa de muerte a nivel mundial desde hace años. Por eso desde el 2000, se ha designado el 29 de septiembre como el Día Mundial del Corazón, por iniciativa de la Federación Mundial del Corazón y la Organización Mundial de la Salud, buscando hacer consciente al mundo que las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse, diagnosticarse a tiempo, controlarse y en algunos casos resolverse. Aunque también a las enfermedades cardiacas se les conoce como el asesino silencioso.
Se dice que hay un número predeterminado de latidos establecido en nuestro código genético y/o en nuestra alma y que ese es el número de latidos que viviremos, hagamos lo que hagamos. Se dice también que a mayor número de latidos, provocados por el ejercicio, alargamos nuestra vida, ¿y si nos estamos acabando nuestros latidos predeterminados? Aunque los atletas tienen una frecuencia cardiaca menor a 60 latidos por minuto, en reposo, por lo que ahorraríamos latidos. Se supone que nadie muere de amor, pero cómo duele vivir descorazonado, pudiendo describirse como momentos en los que nos sentimos muertas en vida. Las filosofías ancestrales y al parecer el sentido común dicta que el corazón tiene una sabiduría más grande y precisa que el cerebro.