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Por Elizabeth
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Mi nombre es Elizabeth. Tengo 31 años y llevo 7 años privada de mi libertad. El primero de septiembre de 2015, aproximadamente a las 9:30 de la mañana, hombres vestidos de civil entraron a mi casa, sin orden de cateo, tampoco de presentación, y mucho menos de aprehensión.

Fue una detención arbitraria. En ese entonces mi bebé tenía unos cuantos meses. Me obligaron a encuerarme delante de todos, humillándome y discriminándome. Todo el tiempo se burlaban de mí. Me presentaron ante la cámara de Gesell y no había ninguna otra persona, ni siquiera tuvieron la delicadeza de poner a alguien que se pareciera a mí.

No había nadie de mi confianza, ni siquiera abogados. Esos tres días que estuve en FAS me torturaron, arrancándome firma y huellas. La parte acusadora sólo hace la denuncia en FAS (Fiscalía Antisecuestro), pero en el juzgado nunca se ha presentado a ratificar su denuncia y de todos modos me sentenciaron. En la apelación me repusieron el proceso, acredité la tortura por parte de la CNDH y tengo una recomendación (la 15/19).

En la audiencia de testigos fueron dos vecinos míos a decir que el día que pasó el supuesto secuestro yo estaba embarazada y tenía un embarazo de alto riesgo. El otro testigo dijo como fue mi detención. Insisto nunca se ha presentado a ratificar su denuncia en contra mía.

Actualmente estoy esperando un amparo indirecto. Este amparo es en contra del auto de formal prisión. Todo esto estuvo detenido durante dos años por la pandemia de COVID y los juzgados no trabajaron. Cómo si la justicia no fuera una actividad esencial. Falta la fecha de audiencia para los alegatos y la resolución. En el juzgado estoy desahogando las pruebas del MP que lo único que tienen es la declaración de los policías que me detuvieron (junto con mi hermana) arbitrariamente. Su única prueba es entonces una detención arbitraria por lo que tengo el protocolo de Estambul. Yo no fui detenida en algún lugar, con personas en mi poder, y hasta ahora no hay nadie que me haya señalado o se haya presentado durante todo este tiempo.

Mientras tanto, mis hijos se quedaron al cuidado de mis padres. Somos una familia humilde y aquí en Santa Martha trabajo todo el día para poder mandar dinero para mis hijos. Soy de la brigada de limpieza, de las que pinta paredes cuando se hace alguna donación de pintura, hago mandados y trabajo durante los días de visita ayudando a las visitas de las presas. Así me gano un dinerito que apenas y sirve para ayudar a mi familia.

En este tiempo murió mi mamá de cáncer. Durante toda la pandemia no pude verla ni a ella ni a mis hijos. Cuando ya pudo venir estaba muy enferma y murió poco tiempo después. Sólo pudimos hablar por videollamada con mi papá y familia, pues estaban todas las restricciones todavía del COVID y no era como antes que podían hacer una escala en el penal con el féretro antes del entierro. Mis hijos están ahora a cargo de mi papá, lo que complica más la situación, pues ya es una persona grande.

No entiendo por qué sigo aquí. Por qué no hay justicia. Porqué me han separado de mis hijos todos estos años. Sigo esperando.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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