Chistes de judíos

Nunca va a ser chistoso hacer un chiste inofensivo de las cámaras de gas de los nazis.

Chistes de judíos
Adina Chelminsky

Chistes de judíos. Me los sé todos. Los aprendí en el camión de la escuela cuando, al ver el nombre de un colegio hebreo en el costado del camión, nos aventaban piedras y nos los gritaban, y el chofer se bajaba a defendernos y le decían: "disculpe, joven, era de broma”; o cuando íbamos a competir en algún deporte en escuelas no judías y nos gritaban a medio partido (como chascarrillo para distraernos) “los vamos a hacer jabón”, o en mi primer trabajo en el sistema financiero, donde el chiste común era que los judíos controlaban el mundo y si no tenía yo información de cómo iba a cerrar la bolsa de valores ese día.

Chistes de judíos. Me los sé todos. Porque, aun con toda la creatividad que el narrador cree que le pone o simpatía que cree tener, no hay ninguno nuevo. El punchline es el mismo. Mi abuelo me contaba los chistes que le hacían sus vecinos no judíos en Polonia en los 1920s. Idénticos.

Chistes de judíos. Me los sé todos. Y no me dan risa. No porque no tenga sentido del humor, o porque sea muy woke o quiera cancelar a absolutamente nadie, sino porque la mayor parte de ellos no son simpáticos. No se requiere mucho sentido común para entender que cuando un chiste juega con muerte, asesinatos, tortura, violencia o abuso sexual no es chistoso.

Hoy, 77 años después de la liberación de Auschwitz, día en que se conmemora internacionalmente el Holocausto (que, si bien no es el único genocidio de la historia, sí ha sido el peor), cuando el mundo debería haber aprendido la lección y ser un lugar tolerante y seguro para todos nos encontramos sumergidos en la brea de intolerancia, violencia y polarización. Tenemos que hacernos muchas preguntas.

Una de ellas es debatir, porque encontrar es imposible, dónde están los límites entre la libertad de expresión (los chistes son la máxima representación de ella) y la tolerancia. Las formas y los fondos que tenemos que aprender para ser una sociedad libre y respetuosa a la vez.

¿Un chiste es un chiste es un chiste y levantar la voz ante chistes inapropiados quiere decir vivir en un estado de anarquía, en donde no hay el más mínimo vestigio de humor y todo comentario tiene que ser aprobado con un edicto firmado por triplicado?

¿Cuáles son los chistes chistosos? ¿Cuáles son de mal gusto?, ¿cuáles ofensivos?

¿En dónde se pinta la línea?

Se vale ser irónico, sarcástico, reírse de las particularidades del otro y de uno mismo, hacer alusión a las cosas que nos son diferentes, pero jamás perpetuar estereotipos falsos, hacer una apología del delito o burlarse del dolor ajeno.

Y, sobre todo, si vemos que nuestro chiste NO fue chistoso para el interlocutor, ofrecer una disculpa inmediata.

Chistes de judíos. Si piensan que sólo nos afectan a los judíos están muy equivocados. Porque la misma sociedad y mentalidad que cree que estos son apropiados en el espacio público y que “sólo son chistes” es la misma MISMA MISMA que cuenta chistes sobre cómo los homosexuales son pedófilos o como las feministas son histéricas y necesitan una buena cogida.

O eres tolerante y respetuos@ hacia toda la gente o no eres tolerante y respetuos@ hacia nadie. Los judíos son simplemente el canario en la mina que mide la tolerancia y respeto de la sociedad.

Y aunque las palabras no matan, sí son la base de la pirámide del odio que puede escalar hasta la violencia física. Seamos claros, una ínfima parte de las personas que cuentan un mal chiste actuarían en consecuencia, pero SÍ todas las personas violentas inician su camino con sesgos que se convierten en discriminación que luego se vuelve violencia.

Además, los chistes públicos, y en el mundo de las redes sociales casi TODO es público, incitan y alebrestan a otros. Lo que para mí es un chiste para el otro puede ser es una consigna.

El principal problema para encontrar esta fina línea es que no hay un barómetro para la simpatía. Lo que para una persona es hilarante para otra es ofensivo. Lo que en un contexto es válido en otro es abismalmente incorrecto.

Ojo, hay eventos que, bajo ninguna óptica, ni distancia histórica, ni “inofensividad” del chiste van a ser apropiados. ¿En 70 años va a ser gracioso hacer burla de los feminicidios, de Ayotzinapa, del bebé Tadeo? No. Nunca jamás.  De la misma manera que jamás nunca va a ser chistoso hacer un chiste inofensivo de las cámaras de gas de los nazis.

¿Qué hacer ante malos chistes o comentarios?

Correr o cancelar a las personas que los dicen NO es el camino.

TODOS, absolutamente todos, hemos dicho, escrito o publicado comentarios que son incorrectos o que han perdido su corrección conforme hay una mayor conciencia social.

El quemar en leña verde al culpable es solo encontrar al fácil chivo expiatorio, castigarlo y dejar el verdadero problema sin resolver. Tenemos que educar y educarNOS en tolerancia; muchos de los malos chistes o comentarios no nacen de la maldad sino del desconocimiento o de la desconexión de lo que es apropiado.

El cuidar nuestros chistes no es autocensura, es permitirle al otro, y que el otro nos permita a nosotros, vivir cómodos en una sociedad compartida.

Dime qué chistes cuentas y te diré quién eres.

Y, sobre todo, tenemos que alzar la voz y señalar los malos chistes y comentarios. Cuando te afectan a ti y cuando no te afectan a ti. No tenemos que ser la causa para defender la causa.

Cómo bien dijo MLK: “A fin de cuentas recordamos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.

El silencio no es, y nunca ha sido, un chiste.

@adinachel

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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