No olvidar lo importante: escuelas y violencias

Entre tanto ruido político no podemos olvidar lo importante

No olvidar lo importante: escuelas y violencias
Sofía Ramírez Aguilar

Entre tanto ruido político no podemos olvidar lo importante: el progreso social, el bienestar incremental y permanente de las personas, las oportunidades para las infancias, las vacunas, la seguridad para vivir en libertad, poder salir a la calle sin temor a no volver, que alcance el dinero para comprar comida.

Entre esas prioridades, la educación pública ha sufrido múltiples y consecutivos reveses en los últimos años y la seguridad de las mujeres, tan ligada a su independencia económica, se ha deteriorado. Y sobre ninguna de esas prioridades hemos visto avances

Según el estudio de seis años del Progreso Social (IPS, México, ¿cómo vamos?, 2021), el acceso a conocimientos básicos -que mide matriculación paritaria desde preescolar hasta secundaria y analfabetismo- se ha venido deteriorando con mucha rapidez desde el inicio de la serie en 2015 y en caída libre hasta la última observación en 2020, perdiendo entre uno y dos puntos por año a nivel nacional -en una escala de 0 a 100-, con drásticas caídas de hasta 9 puntos durante el primer año de pandemia en estados como Oaxaca y Michoacán.

Con respecto a la violencia específica contra las mujeres, la pandemia nos dejó un incremento de en la violencia intrafamiliar, las violaciones crecieron en 53% desde marzo de 2019 y el feminicidio, que al igual que las violaciones sexuales ocurre generalmente entre personas conocidas, familiares, amigos, se incrementó en casi 10% entre marzo 2019 y agosto 2021, que fue el último mes antes del regreso a clases tras dos ciclos escolares de confinamientos.

Muchas mujeres, entre los roles asociados a su género, y un mercado laboral que recrudece estas brechas de menor participación femenina en trabajos remunerados y menores pagas, tuvieron un retroceso en la independencia económica, lo cual las puso en situación de mayor vulnerabilidad ante la violencia intrafamiliar pero también con menores posibilidades de salirse de un entorno violento por sus propios medios.

No exagero cuando digo que las violencias hacia las mujeres se retroalimentan cuando no hay además un esquema del Estado que apoye la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, y sólo les entrega un beneficio monetario como si con ello pudiera resolverse el fondo del problema. En México sólo cuatro de cada diez mujeres de 15 años y más trabajan en un empleo remunerado, y seis de cada diez lo hacen en un empleo informal, sin prestaciones y de casi la mitad de la paga que un empleo formal en promedio. De esa manera, las mujeres con mayor frecuencia viven en relaciones violentas de las cuales no pueden salir porque no tienen a dónde ir, ni trabajo fijo ni ingreso suficiente.

En contraste a estas dos crisis torales, la de la violencia hacia las mujeres, sobre todo dentro de casa, y la de educación básica inclusiva, y de calidad, esta administración dejó claro desde muy temprano en el sexenio que su respuesta sería el indiferente abandono.

Veamos: tras haber cerrado el programa de Estancias Infantiles e intercambiarlo por transferencias directas que no cubren el costo de oportunidad de las mujeres que la reciben, este gobierno decidió en 2021 desfondar y en 2022 eliminar legalmente el programa de Escuelas de Tiempo Completo, en detrimento de las infancias más vulnerables de este país, y sacando a muchas mujeres del mercado laboral.

Comparto un par de datos de las Escuelas de Tiempo Completo, exitoso y extinto programa que operaban con menos de 10 mil millones de pesos al año en las 32 entidades del país, beneficiando a millones de niñas y niños diariamente. Fue un programa tan popular, que entre 2007 y 2010 duplicó cada año el número de escuelas afiliadas: en 2007 eran 500 escuelas y para 2018 ya eran más de 25 mil.

Fue una política de Estado, planteada en 2007 al igual que las igualmente extintas Estancias Infantiles para mujeres trabajadoras sin acceso a guarderías del IMSS o del ISSSTE, con la cual se promovía que las mujeres con hijas e hijos trabajaran más horas sabiendo que estarían en la escuela recibiendo atención y comida.

Esta administración decidió que a partir de 2021 mejor invertiría en infraestructura física escolar y rehabilitarlas para ofrecer mejores instalaciones. ¿Y la inversión que presupone el bienestar cotidiano de niñas y niños?

A mí lo que más me sorprende es que esta administración crea que están peleados estos dos objetivos. “No hay dinero”, dicen algunos estudiosos de las finanzas públicas. Pues que se reasigne una fracción de la lana de Dos Bocas, del Tren Maya o del AIFA (Aeropuerto internacional Felipe Ángeles), para tener bien atendido todo lo que importa.

Debiéramos poner énfasis a tener escuelas de tiempo completo para que más menores de primaria estén  acompañados en su vida diaria, y para que más cuidadoras, casi todas mujeres, pudieran salir a trabajar, conseguir trabajos con mejor paga y mejores condiciones laborales y de independencia económica, y como consecuencia con mayor libertad económica en beneficio de ellas y de sus críos.

Hay intervenciones del Estado que importan más que otras.

@Sofia_RamirezA

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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