Una vacación

Pocas cosas disfruto como la oportunidad de tomarme un café y leer el periódico completo, así, en singular, no porque solo disfrute leer uno, es que pensar en dos o tres es imposible.

Una vacación
Pamela Cerdeira
Por Pamela Cerdeira

Pocas cosas disfruto como la oportunidad de tomarme un café y leer el periódico completo, así, en singular, no porque solo disfrute tomarme uno, es que pensar en dos o tres es imposible. Lo sé. Procuro que mis vacaciones se llenen de lo que no puedo hacer regularmente, consentir a mis hijos, prepararles lo que les gusta, y enseñarles labores básicas de supervivencia (laven sus platos, aprendan a usar la lavadora, ¿el piso te parece sucio? ven, te enseño a trapear.) Sé que no suena como una vacación, pero escaparnos de la rutina nos permite a todos volver a conectar, los veo convivir, compartir y por supuesto pelear.

Despierto, la pastilla de la tiroides y esperar una hora antes de probar bocado, imagino que será eterna pero transcurre sin avisar. Me preparo un café, el café está listo pero “Mamá, ¿pasas un yogurt?” Paso el yogurt, ¿en dónde dejé el café? ¿Qué les hago para desayunar? Unos chilaquiles, bendita Thermomix, el jitomate, ¿por qué siempre pide un gramaje que no da para un jitomate completo? ¿Qué hago con la otra mitad? El tomate, esta vez compré suficiente, el ajo, aceite, sal, listo, tengo 15 minutos para… ¿está sonando mi whatsapp? ¿Es mi hija la que está a cuatro metros de distancia? “No puedo creer que me estés marcando”, “Es que se acabó el papel, me pasas…” Camino por el papel, de paso veo que ya salió la ropa que había puesto en la lavadora, la saco, ahí en la sala para acomodarla. ¿Qué diablos pasa con los calcetines? ¿Por qué nunca regresan en pares?